EL CAIRO. Los egipcios votan por segundo día. Las autoridades interinas ya avisaron que la violencia no iba a poder con esta cita con las urnas y los nueve muertos de ayer no van a frenar el proceso. El despliegue de las fuerzas de seguridad -360.000 uniformados entre Policía y Ejército más todos los colaboradores de paisano- será colosal para evitar que la llamada al boicot y a las protestas por parte de los Hermanos Musulmanes causen problemas a los votantes.

El centro de El Cairo, por ejemplo, está blindado. El Ejército quiere un ‘sí’ masivo a la Carta Magna para legitimar el golpe del verano y pasar página a la etapa islamista. Pero la Cofradía se resiste y su objetivo es mantener la tensión en las calles a base de movilizaciones diarias.

La victoria del ‘sí’ es segura, lo que queda por saber es el dato de participación. Una cifra alta sería una gran victoria para las autoridades interinas. Resulta misión imposible encontrar voces críticas, ciudadanos que vayan a decir ‘no’. La represión ha silenciado cualquier atisbo de  crítica a una Carta Magna que, según el Ejército, garantiza la seguridad y apoya a la guerra contra el terrorismo.

Después de haber quitado a Hosni Mubarak tras treinta años de dictadura, los egipcios están a punto de pedir por aclamación y a través de las urnas que el Ejército recupere el trono perdido en Tahrir. De hecho, esta consulta es sólo el primer paso de cara a unas elecciones presidenciales en las que el general Abdul Fatah Al Sisi, el ministro de Defensa que derrocó a Mohamed Mursi, puede presentarse como auténtico salvador nacional.