MONTREUX. Hotel de siete estrellas, un lago de ensueño, castillos que caen desde las laderas de picos nevados… cubrir una negociación entre sirios en Montreux –o Ginebra- produce sensaciones encontradas. Este es el país de las negociaciones, de acuerdo, pero para quien está acostumbrado a trabajar en la parte sobre la que se negocia todo es muy raro. Por eso creo que Walid Muallem, ministro de Exteriores sirio, tiene razón cuando defiende que las próximas fases de la negociación se deben desarrollar en Siria. Es imposible hacerse una idea de lo que pasa estando aislado a miles de kilómetros. Damasco y Alepo deberían ser los centros de negociación, con todas las dificultades que eso implica.
Cristina Sánchez (RNE), Félix Flores (La Vanguardia) y David Alandete (EL País), parte del grupo español de periodistas en Montreux.
Escuchaba las intervenciones de unos y otros y me venían a la cabeza los nombres de la gente que conozco en Siria y con la que tengo amistad desde que empecé a viajar al país en 2006. También los nombres de Javier, Ricardo y Marc, a quienes busqué entre los cientos de periodistas que llenaban la enorme sala de prensa. No estaban. Cuando vi un papel con el nombre ‘El Periódico’ ocupando un lugar en una mesa miré a todos lados esperando encontrar a Marc para tomarle el pelo por alguna de sus batallitas y recordarle, como siempre hago cuando le veo, su regreso a Tiro (Líbano, 2006) con una maleta de ruedas en una mano mientras Israel y Hizbolá intercambiaban proyectiles.
A Javier y Ricardo, la verdad, no les veía en el formato tan formal y cerrado como el de la cumbre, un periodismo más al estilo ‘Bruselas’ o ‘Washington’ que el que hacemos habitualmente. Aunque la buena organización y la emisión en directo de todo lo que pasaba hizo el tema llevadero. Una pena que lo más interesante seguro que pasó lejos de las cámaras. Además, como todos los del gremio sabemos, dar con Javier en una cobertura es complicado porque normalmente huye de la tribu.
No estaban, mierda, pero me acordé mucho con cada intervención. A los que sí pude ver fue a los colegas de Damasco que viajaron hasta Suiza para cubrir el evento y tomar el aire después de casi tres años de guerra. Algunos enviados por grandes agencias como Reuters o AP y otros en la delegación oficial, a ellos les iba la vida con cada intervención. Muchos aplaudieron a Muallem al terminar su larga intervención, otros no, pero todos se echaron las manos la cabeza al escuchar el tono desafiante de un John Kerry que no dudó en afirmar que “todas las opciones siguen sobre la mesa” del presidente Barack Obama cuando le preguntaron si esta negociación hace olvidar por completo la vía militar. Una opción que para el resto de los presentes significa «más curro», pero para ellos la destrucción total de lo que queda de su país.