EL CAIRO. Mohamed Mursi ha pasado su primera noche en la cárcel de Burg Al Arab, a las afueras de Alejandría. Después de cuatro meses en manos de los militares, detenido en un lugar secreto, el ex presidente permanecerá los dos próximos meses en esta prisión. El 8 de enero se retomará el juicio contra él y otros catorce líderes de los Hermanos Musulmanes y volverán a traerle a El Cairo.
La justicia les acusa de instigar al asesinato de manifestantes el 5 de diciembre a las puertas del palacio presidencial y en caso de ser declarados culpables se enfrentan a la pena máxima.
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Mursi no reconoce al tribunal y en su intervención dejó muy claro que se sigue considerando el presidente legítimo de la República. Su postura firme y el hecho de que se negara a vestir el uniforme blanco de los acusados han sido muy bien recibidos entre sus seguidores. Los islamistas destacan que la firmeza de su líder les da esperanza para seguir con las protestas y hoy llaman a una marcha de un millón de personas, pero organizar movilizaciones en este Egipto controlado por los militares es cada vez más complicado. También piden a sus seguidores en otros países que se manifiesten a las puertas de las legaciones egipcias.
La jornada del juicio pasó sin mayores incidentes, una noticia positiva en medio del clima de incertidumbre en un país que se había preparado para un día de lucha en las calles. Hubo protestas, pero fueron pacíficas y sólo se registraron choques puntuales, nada que ver con las movilizaciones de hace dos meses en las que los Hermanos Musulmanes llamaban a los suyos al martirio.