TRÍPOLI. Los libros prohibidos, los títulos censurados por el régimen vuelven a las estanterías de las principales librerías de Trípoli que se sacuden 42 años de férreo control por parte del ministerio de Información. El Libro verde, traducido a 42 idiomas, ha desaparecido y su lugar lo ocupan “libros sobre política e islamismo que hasta ahora no nos permitían vender”, asegura Mousa Shaghosh, empleado que lleva 14 años al frente de la librería Fergiani. Este establecimiento abrió sus puertas en 1952 y su propietario abrió sucursales en El Cairo y Londres, con el paso de los años se convirtió en uno de los pocos lugares donde se podían encontrar títulos en inglés por lo que era lugar de visita obligada para turistas y extranjeros residentes en Trípoli . Ocupa un lugar destacado en la calle 1 de septiembre –fecha del golpe de estado de Gadafi en 1969- ahora renombrada como 17 de febrero, en memoria del día en el que la revolución triunfó en Bengasi.
Los empleados de Fergiani burlaban a los censores y lograban introducir de forma clandestina libros prohibidos, “se hacía por encargo, los libros se almacenaban en un país vecino (Egipto o Túnez, normalmente) y cuando alguien los pedía se traían y se entregaban en mano”, recuerda Osama Mohamed, que ha colocado en su escaparate varios títulos sobre las relaciones entre los servicios secretos marroquíes y libios que hasta ahora estaban vetados. La próxima semana llegará un pedido con las obras de Qutb, Tantawi o Al Obeidi, algunos de los pensadores más influyentes en el mundo islámico.
Nuevos billetes
Aunque Gadafi sigue en paradero desconocido la transición ya está en marcha. La nueva Libia emitirá nuevos billetes sin la cara de Gadafi –presente en los billetes de uno y cincuenta dinares– que podrían estar circulando en un plazo de seis meses, según las nuevas autoridades encargadas de las finanzas del país. Un cambio que esperan los ciudadanos de a pie que, sin embargo, deberán seguir esperando para saber cuánto dinero se llevó la familia Gadafi ya que “contaban con un doble sistema de contabilidad”, informó Wafik Al Shater, miembro del equipo de estabilización financiera del Consejo Nacional Transitorio (CNT). La nueva Libia respetará los contratos firmados por el régimen con empresas extranjeras, aunque se investigarán posibles irregularidades, y espera recuperar los niveles previos a la revolución de producción de petróleo “en un plazo entre doce y veinticuatro meses”, apuntó Al Shater.
El Gobernador del Banco Central, Qasem Azzuz, reveló que Gadafi vendió casi el veinte por ciento de las reservas de oro en los meses de la revolución, pero quiso enviar un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos ya que “el país tiene fondos suficientes para reanudar la economía nacional y proporcionar los servicios básicos”. De acuerdo con las cifras proporcionadas por Azzuz, el Banco nacional libio tiene 25.000 millones de dólares en el interior del país y unos 90.000 millones de dólares más localizados en el exterior. Las 29 toneladas de oro vendidas por el dictador fueron cambiadas en dinares para pagar los salarios. Azzuz señaló que Saif El Islam trató de apropiarse de dinero estatal, pero que funcionarios leales a la revolución impidieron que se llevara cantidad alguna.
Los comercios vuelven a estar bien surtidos, hoteles y restaurantes van abriendo sus puertas, ha vuelto el agua a gran parte de la ciudad y van desapareciendo las colas frente a las gasolineras, cuyos precios ya son los mismos que antes de la revolución. Sólo algunos bancos registran grandes concentraciones de gente a sus puertas, colas que esperan poder retirar dinero en metálico para hacer frente a los gastos del día a día.