Cerdos, perros y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, comparten protagonismo en paredes y conversaciones en la casa del Cómic de Israel, un moderno edificio situado en Holón, a las afueras de Tel Aviv, que estos días acoge una muestra sobre caricatura política en la que participan las figuras más reconocidas del páis. Una combinación entre animales y políticos que en los últimos meses ha revolucionado el panorama del humor gráfico en Israel y Estados Unidos y ha puesto una vez más sobre la mesa el debate sobre el “antisemitismo”, término que hace referencia a la hostilidad hacia lo judío. El diario The New York Times anunció que a partir del 1 de julio dejará de publicar viñetas políticas en su sección de Internacional tras la polémica que causó el último trabajo del portugués António Moreira Antunes, publicado el 1 de abril en este diario después de haber aparecido con anterioridad en el ‘Expresso’ portugués.

Moreira caricaturizó a Netanyahu como a un perro guía, con una Estrella de David colgando de su collar, que conduce a un Donald Trump ciego, tocado por una kipá (la pequeña gorra que emplean los varones religiosos judíos). Las denuncias sobre “antisemitismo” no tardaron en arreciar y fueron tan intensas que el diario optó por la decisión más drástica posible. El autor negó cualquier tinte antisemita y respondió a las críticas diciendo que empleó la Estrella de David como collar de perro “para ayudar al público portugués a identificar a Netanyahu,”, a quien calificó de “poco conocido” en Portugal.

El dibujo de António es estúpido y desprende olor antisemita. No funciona. Puedo admitir que emplee la Estrella de David para que el lector portugués identifique al primer ministro, ¿pero la kipá en la cabeza de Trump? ¿el uso de un perro salchicha como guía? No me gustó nada, pero una cosa es la calidad del trabajo y otra la decisión del periódico de suspender la publicación de viñetas, eso es un completo error porque lo siguiente puede ser que dejen de publicar artículos de opinión porque haya gente a quienes no les guste un determinado enfoque”, afirma Avi Katz, veterano dibujante israelí, quien perdió su trabajo en The Jerusalem Report el verano pasado tras una caricatura que también fue considerada “antisemita”.

Ese dibujo en cuestión preside una de las principales paredes de la sala de exposiciones y en el mismo se ve a Netanyahu rodeado de otros miembros de su partido, el Likud, haciéndose un selfie tras la aprobación en la cámara de la controvertida Ley del Estado Judío, un texto por el que se reserva solo al pueblo judío el derecho de autodeterminación y deja el hebreo como única lengua oficial. El autor se inspiró en una fotografía que tomó Oliver Fitoussi en la Knesset (parlamento de Israel) y caricaturizó a los políticos como cerdos bajo el conocido lema del libro “Rebelión en la granja”, de George Orwel: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Para el autor “fue una sorpresa el revuelo que se levantó, sobre todo en redes sociales, pero por nada del mundo es antisemita. En este caso la decisión de dejarme sin trabajo vino de más arriba, de las altas esferas políticas. La derecha de Israel piensa que por ser de derechas eres más judío que si eres de izquierdas”. Katz dejó de colaborar con The Jerusalem Report, medio en el que publicaba desde 1990, y su caso provocó una gran oleada de solidaridad entre lectores y colegas, que incluso organizaron una exposición en la que el cerdo era el protagonista principal.

Debate sobre antisemitismo

Las líneas rojas en Israel dependen del medio en el que publiques, como en cualquier otro país, pero hay temas que son tabú para todos como el Holocausto o los soldados muertos”, apunta Uri Fink, dibujante que desde hace cinco años y medio publica una tira diaria en el diario Maarev. “En el caso de Katz, distinguí de forma inmediata que se trataba de una referencia al libro de ‘Rebelión en la granja’, aunque admito que el uso de cerdos es sensible. El caso de Antonio, sin embargo, no me pareció nada elegante. El recurrir a símbolos religiosos ya le daba un toque antisemita”, opina Fink, quien aclara que “es el mensaje el que marca su antisemitismo, su interpretación. La viñeta política no es un simple dibujo, es comunicación y hay que plantearse qué entenderá el lector. Por eso pienso que en el caso de The New York Times el problema es del editor que no fue capaz de plantearse el efecto que podría traer ese trabajo, el contexto donde se publican las cosas es esencial y por eso mientras que hay escándalo en este periódico estadounidense, no ocurre absolutamente nada en el ‘Expresso’ de Portugal”. Fink es compañero de Katz en la organización internacional Cartoonist For Peace.

Nusko no elude el debate generado por la decisión del diario de la Gran Manzana. Se trata del ideólogo del Museo del Cómic de Israel y del responsable de la revista ‘Paradox’, una especie de versión local de la francesa Charlie Hebdo, que ya ha publicado ocho número desde su nacimiento hace tres años y busca romper las barreras que imponen los medios tradicionales a los artistas. “En mi opinión la viñeta de Antonio no es antisemita, aunque está en la frontera por lo que entiendo que haya quien se haya sentido ofendido. Lo que me parece vergonzoso es que este malestar se utilice como excusa para cancelar las publicaciones de historietas a partir del 1 de julio”, señala con gesto contrariado.

Tras el escándalo surgido por la viñeta de Katz, Nusko impulsó un certamen basado en los cerdos. El dibujante, que forma parte de los organizadores Animix, festival internacional de animación de Tel Aviv, anuncia que en esta edición la exhibición principal será de líderes mundiales caricaturizados como perros. Una manera de responder a la decisión de The New York Times.

Recuerdo de los cómics nazis

Guy Morad es otra de las voces más respetadas dentro de la escena del humor gráfico israelí por su trabajo en el periódico Yedioth Ahronoth. Además del Holocausto y los soldados caídos, añade “los desnudos y la blasfemia”, como tabúes en su trabajo diario, “pero en el ámbito personal no hay esos límites y yo en mi cuenta de Facebook cuelgo el trabajo que me da la gana”. Su trabajo se centra sobre todo en políticos y preguntado sobre si Netanyahu se ha convertido en línea roja tras los problemas que han tenido Katz en The Jerusalem Report o Moreira en The New York Times, piensa que “no tengo claro quién dicta la norma, qué marca la frontera entre lo que es antisemita o no, pero el dibujo del Times me lo parece”.

A la hora de establecer algunas normas de estilo, Morad cuida mucho el dibujo “a la hora de representar ultraortodoxos, por ejemplo, para que no se parezcan en nada a la forma en la que los nazis les dibujaban en sus revistas”. Los cómics y las viñetas satíricas de publicaciones pro nazis como Der Stürmer (‘The Attacker’), fueron un arma importante de propaganda contra los judíos en la Alemania de Adolf Hitler y llegaron incluso a colarse en los libros de texto.