JERUSALÉN. “Aquí vive un judío, no un sionista”, reza la pequeña placa gris pegada en la puerta del rabino Meir Hirsh. Llamamos al timbre. El religioso abre la puerta con suavidad y saluda con un “¡bienvenidos a Palestina!” Es la tarjeta de presentación del líder de Neturei Karta en Tierra Santa, la cabeza visible de un movimiento nacido en 1935 para hacer frente al sionismo y que 84 años después mantiene su carácter crítico con la ideología nacionalista que apostó por establecer un Estado para el pueblo judío en su tierra histórica y que es la visión que domina la política israelí. Una ideología a la que acusan de ser la responsable de “despertar el odio mundial hacia lo judío”.
Una bandera palestina preside un salón principal con las paredes forradas de libros. La enseña se esconde dentro de esta casa situada en el corazón de Mea Shearim, el barrio ultraortodoxo de Jerusalén en el que viven los haredíes, que literalmente se traduce como “los que temen a Dios” y que son el sector religioso más radical de la sociedad. No es la única bandera que tiene el rabino, nieto del fundador de Neturei Karta, Aharon Katzenelbogen, e hijo del que fuera líder del grupo en Palestina hasta su muerte en 2010, Moshe Hirsh. En su balcón hay una gran tela negra que cuelga de un mástil “en señal de duelo por la creación del Estado de Israel en 1948”, apunta este religioso menudo y tranquilo, capaz de arremeter contra las autoridades israelíes de la forma más dura sin perder en ningún momento la candidez. Su nombre viene del arameo y se traduce como “los guardianes de la ciudad”, pero “no guardianes con armas, guardianes desde el punto de vista religioso, los que tenemos que velar porque el sionismo no penetre en la comunidad”, apunta el rabino
La primera vez que colgó la bandera negra los soldados vinieron a quitarla. Permanecieron dos horas en el lugar y, en cuanto se fueron, la enseña de luto volvió a ondear en Mea Shearim. En otra ocasión recordó el establecimiento de Israel con un cartel con el lema: “El sionismo es el Holocausto del pueblo judío”. La Policía acudió inmediatamente a retirarlo. Este año, 71 aniversario de la fundación del Estado, nadie ha venido a retirarla, tampoco le han lanzado huevos como en otras ocasiones.
Desaparición de Israel
Su discurso es tan pausado como firme. Sus palabras muestran la forma de pensar de una corriente minoritaria y radical que trata de alzar su voz al mundo para dar una visión muy alejada de la oficial, una voz que discute el derecho divino que se otorgan los ultranacionalistas religiosos que se han convertido en la corriente más influyente en en el país y con el que justifican la ocupación. Se sienta junto a la bandera palestina y reflexiona en voz alta. “No sé la fecha exacta, pero Israel tal y como lo conocemos hoy en día va a desaparecer. Creemos en los profetas y ellos ya lo anunciaron. Siempre que el pueblo judío se ha alejado de la Torá (los cinco primeros libros de la Biblia a los que los cristianos llaman Pentateuco), ha estado en riesgo de desaparecer y volverá a suceder, aunque no sabemos cuándo. Judaísmo y sionismo es incompatible porque han arrancado de raíz nuestra esencia, están sedientos de sangre, son unos asesinos y unos terroristas que operan como una banda de gangsters que han logrado sus objetivos por la fuerza”.
Las fotografías de estos religiosos, vestidos con clásico traje negro y camisa blanca de los haredíes, con las kufiyas al cuello (el tradicional pañuelo blanco y negro que popularizó Arafat) y agitando banderas palestinas en diferentes ciudades del mundo siempre llaman la atención, pero son una minoría, no más de 5.000 miembros activos, según distintas fuentes. Pese a su oposición al Estado judío, es aquí donde tienen su cuartel general aunque cuentan también con representación en Estados Unidos y Reino Unido. Moshe Hirsh, padre de nuestro interlocutor, llegó a convertirse en los años noventa en una especie de “ministro de asuntos judíos” de Yaser Arafat. En 2006 fue el responsable de enviar una delegación de religiosos a Irán para entrevistarse con el presidente Mahmoud Ahmadineyad, acérrimo enemigo de Israel, y tomar parte en la polémica conferencia “Revisión del Holocausto: Visión Global”, en la que participaron 150 revisionistas de 30 países. Desde su fallecimiento en 2010, a los 86 años, Meir es el encargado de dirigir el grupo y espera que alguien de la familia coja el relevo en el futuro. Es quien está detrás de las manifestaciones, de las conferencias, ruedas de prensa… y de los viajes a ciudades de Cisjordania para estrechar lazos con los responsables palestinos. Fruto de uno de estos viajes será la próxima apertura de una yeshiva (centro de estudios de la Torá) en Hebrón, lugar convertido en paradigma de la ocupación en la que 80 familias de colonos viven rodeadas de grandes medidas de seguridad en pleno corazón de la ciudad.
Su pulso contra el Gobierno hace que estén al margen de la red de ayudas y subvenciones que el Estado otorga a la comunidad ultraortodoxa, se declaran “independientes” y se financian gracias las ayudas que les llegan desde el exterior. En la actualidad, dos partidos religiosos como son ‘Judaísmo Unido de la Torá’ y ‘Shas’ forman parte del equipo de Gobierno en funciones de Benyamín Netanyahu, pero aunque “visten como nosotros y se hacen llamar jaredíes, han vendido sus principios a cambio de ayudas y por eso no nos representan”. La tensión entre un socio de gobierno laico como ‘Israel Nuestra Casa’, del ex ministro de Exteriores y Defensa, Avigdor Lieberman, y estos partidos religiosos ha sido el motivo que ha hecho imposible formar una nueva coalición y llevará a los israelíes a una nuevas elecciones el 17 de septiembre. Lieberman exigía una ley para que los jóvenes religiosos cumplan con el servicio militar obligatorio como el resto de jóvenes del país, pero para ellos es una línea roja. “Es la última muestra de que su forma de gobernar no funciona, este fracaso es un hecho divino, un castigo”, piensa Hirsh sobre la crisis de gobierno que sufre el país y que obligará a repetir unas elecciones por primera vez en su historia debido a la falta de acuerdo para conformar un mayoría en la cámara.
Defensores de la causa palestina
Otros grupos ultraortodoxos también se oponen al planteamiento sionista desde el punto de vista teológico, pero Neturei Karta es el único que da un paso más allá y defiende además los derechos de sus vecinos árabes a vivir en paz en el lugar donde nacieron, libres de la ocupación. “Los sionistas cometen crímenes muy graves contra el pueblo palestino y lo hacen en nombre del pueblo judío, en nuestro nombre y es por eso que debemos sacudirnos esta culpa y declarar al mundo que estos crímenes van contra lo que dice de la Torá y en contra de Dios. No tienen ningún derecho a controlar esta tierra. Ninguno”, es la idea central de un discurso en el que el sionismo se convierte en el eje de central de todos los males y desgracias que asolan Tierra Santa y se extienden a toda la región. “En Gaza, por ejemplo, llaman terroristas a los miembros de Hamas cuando lo que hacen es luchar por su libertad, es lo que ocurre cuando encierras a dos millones de personas en un gueto como la Franja”, piensa el rabino, quien apela incluso al “castigo divino” para explicar el fracaso que cosechó en abril de la Industria Aeroespacial de Israel (IAI) a la hora de intentar llegar a la Luna con el módulo espacial ‘Bereshit’. Después de siete semanas de viaje la aeronave no tripulada perdió su motor principal cuando iniciaba la maniobra de alunizaje y se estrelló contra la Luna con lo que Israel no pudo entrar en en el club de las “potencias lunares”, junto a Estados Unidos, Rusia y China.
El reloj avanza y Hirsh no quiere terminar el encuentro sin hablar del Monte del Templo, el lugar que los musulmanes conocen como la Explanada de las Mezquitas y es donde sitúan la ascensión de Mahoma a los cielos. Aunque es el punto más santo para el judaísmo “la Torá dice claramente que está prohibido subir allí a rezar, pero son cada vez más los grupos ultranacionalistas que acceden al lugar santo y violan la ley. Estos grupos son la quinta columna, se hacen pasar por religiosos, pero tienen otros objetivos”. El Monte del Templo representa el lugar más sagrado de la Tierra para los judíos: la cumbre del monte Moriá donde a Abraham se le impidió sacrificar a Isaac, el lugar donde el rey Salomón edificó el primer templo, el lugar del templo que construyó Herodes el Grande, y el lugar en el que se levantará un futuro templo desde el cual el Mesías reinará sobre toda la Tierra.
Tampoco olvida el tema del Holocausto, “ejemplo de uso de la sangre judía por parte del sionismo, que estuvo en todo momento de acuerdo con los nazis para que algo así pasara y de esta manera poder justificar la creación de su Estado”. Una opinión que el grupo nunca ha ocultado y que inspiró a los jóvenes radicales que realizaron en 2012 pintadas en el Museo del Holocausto de Jerusalén, Yad Vashem, con eslóganes como «Si Hitler no hubiera existido, los sionistas habrían tenido que inventarlo». Estas pintadas las firmaron bajo el nombre de un grupo desconocido llamado «Judaísmo ultraortodoxo mundial».
El rabino eleva el tono al referirse a la Shoa (término en hebreo para referirse al Holocausto). Se enerva. “Nos sentimos indefensos, como judíos nos sentimos ocupados por los sionistas. Nuestra situación es aun peor que la de los palestinos porque no hay una sola organización de derechos humanos que nos ayude. Indefensos”. Baja la voz. Bebe agua. Se levanta de la silla y mira al exterior tras apartar ligeramente la cortina. La bandera negra ondea en el balcón, un mensaje mudo que emerge desde el corazón de la ciudad santa.