El anuncio del grupo yihadista Estado Islámico (EI) sobre la muerte de la cooperante Kayla Mueller en un bombardeo de la aviación jordana acabó con 17 meses de silencio. Su nombre permanecía en secreto por petición de una familia que conserva la esperanza de “de que Kayla siga viva”, según revelaron sus padres en una carta enviada a los medios en la que pidieron a los secuestradores “que se pongan en contacto con nosotros en privado”. La joven cooperante nacida hace 26 años en Prescott, Arizona, se desplazó a la frontera entre Turquía y Siria a finales de 2012 para ayudar a los refugiados que huían de la guerra. Allí trabajo de forma temporal con un par de organizaciones, pero en agosto de 2013, cuando viajó a Alepo, ciudad más importante del norte de Siria, no tenía contrato con ninguna ONG, según reveló el diario The New York Times tras consultar con los asesores de la familia.
Mueller viajó acompañando a un amigo que tenía la misión de arreglar la conexión de Internet del centro de operaciones de la delegación española de Médicos Sin Fronteras (MSF). “El trabajo se alargó más de la cuenta y el técnico y Kayla se quedaron a dormir en el hospital por su propia seguridad”, según el comunicado de la organización humanitaria que aclaró que la cooperante estadounidense “no ha trabajado para MSF ni en Siria, ni en ningún otro país”. Por la mañana, la pareja fue conducida a una estación de autobús desde donde pretendía regresar a Turquía, pero nunca llegaron a su destino. Su acompañante fue liberado meses más tarde, ella acabó en Raqqa.
Las fuentes familiares consultadas por NYT detallan los contactos con los secuestradores que empezaron en mayo de 2014 con la primera prueba de vida. Dos meses más tarde ofrecieron su liberación a cambio de cinco millones de euros o la puesta en libertad de una científica paquistaní encarcelada en Texas por su implicación en ataques a soldados estadounidenses en Afganistán en 2008. La familia intentó presionar a Washington para intentar su liberación, un intento en el que se unió a las familias de James Foley, Steven Sotloff y Peter Kassig, el resto de ciudadanos estadounidenses en manos del EI. Estados Unidos no negocia por sus civiles y un mes más tarde comenzó a bombardear posiciones de los yihadistas en Siria e Irak. El 19 de agosto llegó el video de la decapitación de Foley . La familia de Kayla vio como el EI asesinaba uno por uno a los rehenes con pasaporte americano, pero albergaba la esperanza de que no harían lo mismo con una mujer… tras el anuncio de su muerte en un bombardeo conservan la esperanza, pero el EI lo ha dejado claro.