JERUSALÉN. El trabajo se acumula en las oficinas de la Agencia Judía y su presidente, Natan Sharansky, alerta de que 15.000 judíos franceses pueden hacer la aliá (emigrar a Israel) a lo largo de 2015, el doble que el año pasado. La situación se parece, según sus responsables, a la vivida en 2012 después de que Mohamed Merah matase a tres niños y a un rabino en una escuela judía de Toulouse. El problema vuelve a estar en Francia, pero del sur se ha desplazado al corazón de la capital donde 24 horas después de la matanza en el semanario Charlie Hebdo Amedy Coulibay entró en un supermercado kosher a punta de pistola e inició un secuestro que acabó con cuatro rehenes muertos. Los cuerpos de Yohan Cohen, Yohav Hattab, Philippe Braham y François-Michel Saada descansan en suelo israelí y sus muertes han reabierto el debate de la seguridad de la comunidad judía francesa, la tercera más importante del mundo después de la de Israel y Estados Unidos con más de 500.000 personas.

Alex acaba de llegar a Jerusalén y esta semana ha empezado con sus clases de hebreo en el Ulpan Etzion, red de internados vinculados a la Agencia que son la auténtica puerta a Israel de los recién emigrados. El aprendizaje de la lengua es el primer paso para todos los emigrantes. Alex compartirá los próximos cinco meses con 250 jóvenes judíos llegados de todo el mundo y “después tengo la intención de quedarme aquí para siempre y formar una familia porque en Israel es más fácil que en Francia llevar una vida judía, además tengo muchos familiares así que será más sencilla la integración”, afirma este joven de 34 años que vivió en primera persona en París el ataque de Coulibay. Los trámites para la aliá los había comenzado muchos meses antes, así que el atentado no ha influido en su decisión. “No vengo por miedo, es cierto que en París el problema es latente, pero yo no he sufrido ataques”, confiesa este nuevo estudiante de hebreo que sabe que “vengo a un país en guerra, pero en el que la sensación dentro de sus fronteras es de seguridad porque el Ejército y Policía hacen bien su trabajo”. Los franceses son el grupo más importante entre los estudiantes presentes en el Ulpan Etzion de Jerusalén.

La Agencia Judía nació en 1929 y desde su fundación se ha erigido en “el vínculo principal entre el Estado Judío y las comunidades Judías en el mundo entero”, según la definición de una página web que se puede consultar en siete idiomas. Además de conectar a “la Familia Judía Global, trayendo Judíos a Israel, y llevando a Israel a los Judíos” por medio de la aliá (emigración), esta agencia es “la primera en responder a situaciones de crisis en el mundo Judío, está  preparada para atender emergencias en Israel y para salvar a los Judíos de países donde se encuentran en peligro”. Lo ocurrido en Francia entra dentro de este último punto y por eso este organismo gubernamental ha reforzado su presencia en el país europeo ante la demanda por parte de la comunidad de información sobre la aliá.
“Si la gente llama por miedo o no, no lo sé, pero hemos constatado un aumento del interés por emigrar a Israel”, apunta Yigal Palmor, portavoz de un organismo que “rechaza la aliá por miedo, más bien defendemos todo lo contrario y estamos en contra de explotar este tipo de momentos para fomentar el movimiento de judíos. No se deben tomar decisiones basadas en el pánico”. Las palabras del veterano diplomático israelí, hasta hace dos meses portavoz del ministerio de Exteriores, contrastan con las reacciones de líderes políticos como Benyamin Netanyahu o Avigdor Lieberman que nada mas conocerse la noticia del atentado al supermercado kosher recordaron a la minoría judía en Francia que la seguridad le espera en Israel, no en Europa.

Para Daniela todo es nuevo, “pero me siento como en casa y eso me ayuda a superar el cambio de residencia”. Esta joven peruana francesa también es una recién llegada a Israel tras acabar sus estudios de Filosofía en París. Como Alex, vive internada en el Ulpan Etzion gestionado por la Agencia y también desea quedarse “para siempre en Israel”. Morena, de pelo rizado y tez oscura, asegura que en París se sentía doblemente señalada porque “algunos me miraban mal por mi aspecto árabe y otros porque sabían que soy judía, es cierto el creciente antisemitismo, pero también lo es la islamofobia”. Su sueño es trabajar para alguno de los servicios de inteligencia israelíes y sigue con preocupación las noticias porque ha dejado a su familia en Francia y “al ser ultraortodoxos no pasan desapercibidos, todos saben que son judíos y, aunque hasta hoy no les ha pasado nada malo, cualquier sabe lo que puede pasar mañana”.

Los datos de la agencia sobre emigración demuestran que ataques como los de Toulouse y París se traducen en un auge de la aliá. En 2014 llegaron 7.000 franceses a Israel, más del doble de los 3.300 del año anterior. La previsión de este organismo antes de los ataques de París estaba fijada en 10.000 nuevos emigrantes para 2015, una cifra que ahora podría superarse después de los atentados.

Antisemitismo en Europa
La Agencia tiene su particular mapa de puntos negros para las comunidades judías europeas. Junto a Francia, con dos ataques mortales en apenas dos años, Irlanda es uno de los países más complicados seguido de Bélgica –con una comunidad de 30.000 personas concentrada en Amberes y Bruselas-, España, Suecia y Grecia, según los responsables de este organismo que advierten de la irrupción en el mapa político de formaciones neonazis como la griega Amanecer Dorado.

El proceso para hacer la aliá lleva meses y empieza con una llamada telefónica a un número gratuito en la oficina central de Jerusalén. Los primeros trámites se pueden hacer por teléfono, después se concierta una cita con la delegación más próxima de la Agencia pata verificar la documentación del candidato y se realiza una entrevista personal. El apoyo prosigue cuando uno llega a Israel por medio de cursos intensivos para aprender hebreo e información de las ayudas especiales que hay para emigrantes (préstamos para vivienda o negocio, lugares de estudio…) Como judío, el recién llegado puede acceder directamente a la nacionalidad israelí, opción mayoritaria entre los emigrantes,  o limitarse a pedir la residencia.

En el Ulpan Etzion de Jerusalén, situado en el barrio residencial de Armon Hanatziv perteneciente a la parte ocupada de la ciudad tras la guerra de 1967, Alex y Daniela ya tienen sus documentos de identidad israelíes listos. El propio centro se encarga de gestionarlos. Por la mañana estudiarán hebreo y por las tardes “tendrán todo tipo de actividades culturales, aquí van a aprender lo que significa vivir en Israel y el primer paso es nuestra lengua”, informa el director del centro Barug Kotsewa. En enero han llegado jóvenes de treinta países diferentes y el grupo más importante lo forman los franceses, una tendencia que se mantendrá en siguientes promociones según las previsiones de la Agencia.