La difusión de una caricatura considerada “blasfema” le costó la vida la a Nahed Hattar. El escrito jordano de 56 años llegaba al tribunal para someterse al juicio por este “insulto al Islam” cuando un hombre le disparó tres veces a muy corta distancia, informó la agencia oficial Petra. Hattar fue trasladado de urgencia a un hospital, pero falleció antes de llegar a causa de las heridas sufridas. Cristiano de nacimiento, ateo por convicción, como repetía cada vez que podía, Nahed Hattar, de 56 años, era un gran defensor del presidente sirio Bashar Al Assad y una voz crítica con el grupo yihadista Estado Islámico (EI), Al Qaeda y todo lo que rodea al Islam radical. El portavoz del Gobierno jordano definió el asesinato como “un crimen odioso” y prometió que el culpable, que fue detenido nada más efectuar los disparos, lo pagará. Pero desde el entorno de Hattar no tardaron en llegar las críticas hacia las autoridades a las que acusaron de incitar a la violencia contra el escritor desde el momento de su detención y de no protegerle pese a los llamamientos a asesinarle que escribían los fanáticos en las redes sociales.
Medios jordanos identificaron al asesino como Riad Abdulá, imán de unos cuarenta años natural de Ammán, que acababa de regresar de un viaje al extranjero, pero no dieron más detalles. La web privada jordana Khaberni aseguró que el imán habría confesado su malestar con la caricatura como el móvil que le llevó a cometer el ataque.
El 13 de agosto Hattar fue detenido, aunque un mes más tarde le dejaron libre a la espera del juicio, por compartir en su perfil de Facebook una caricatura, de la que no era el autor, que parodiaba a los yihadistas. Un combatiente aparece en el paraíso, metido en la cama con dos mujeres y se dirige a Dios como si este fuera su criado, pidiéndole un vaso de vino, unas nueces y que envíe a alguien para que limpie su tienda. El barbudo regaña a Dios por no llamar a la puerta antes de aparecer ante su cama. Compartir en las redes sociales esta caricatura provocó una oleada de críticas y amenazas contra el escritor y la Justicia jordana decidió detenerle bajo la acusación de “insulto al Islam”, que recoge el artículo 278 del código penal. Una detención que llegaron a justificar como una medida para salvar su vida, debido a la fuerte presencia de elementos radicales en el país dispuestos a matarle. Diferentes páginas web y cuentas radicales en las redes celebraron lo que consideraron como “la muerte de un blasfemo”.
Colaborador habitual de medios como Al Akhbar o Maysaloo, los problemas por sus críticas al radicalismo religioso se suman a sus acusaciones directas al anterior rey Husein de torturas a causa de sus textos críticos y llegó a pedir que no se velara al monarca tras su muerte en 1999, recogió la agencia AP. Todo un tabú en un país donde la casa real es una línea roja.