“La vida humana vale menos que una bala en Siria”, la frase más repetida en las calles de Damasco se debe a la actitud de combatientes como Abu Sakkar, nombre de guerra del comandante rebelde que extirpó corazón y pulmones de un adversario y los mordió ante una cámara. Un acto de “venganza” según confesó a la revista Time en una entrevista concedida por Skype en la que asumió la autoría de los hechos y alertó de que tiene otro video aún más sangriento.

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Abu Sakkar se llama en realidad Khalid Al Hamad y lidera una importante brigada de la oposición armada que lucha por el control de Qusair, ciudad estratégica próxima a la frontera con Líbano. Sakkar justifica su comportamiento aludiendo a las barbaridades cometidas por los soldaos y paramilitares del régimen. Su video es un mensaje al otro bando, 27 segundos para intimidar al rival y mostrarle lo que espera a quienes caigan en sus manos. Pero es también un mensaje a la comunidad internacional, que si tenía alguna duda sobre la naturaleza de la oposición armada, cada vez lo tiene más claro.

Las guerras tienen muchos frentes y el de la propaganda es uno de ellos. Abu Sakkar ha logrado el objetivo de intimidar a sus adversarios y, seguro que también a muchos civiles que vivan en su zona de influencia, pero ha servido de forma indirecta a los intereses del régimen que va sumando argumentos para hacer más sólida su teoría de que “toda la oposición es islamista”. Sirve también para unir las filas de alauitas y resto de sectas minoritarias que después de verlo seguro que albergan pocas dudas sobre el bando en el que deben estar. Matar o morir, única opción en esta nueva Siria. Apenas 24 horas después otro vídeo de ejecuciones públicas en la plaza de Raqqa volvió a lograr el mismo efecto.

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Los grupos armados de la oposición están fuera del control de la oposición política en el exilio, que poco más puede que condenar estas acciones frente a sus patrocinadores. Brigadas del Ejército Sirio Libre (ESL) y otras vinculadas al Frente Al Nusra imponen su ley en las zonas fuera del control del régimen, donde según los colegas que trabajan a ese lado impera un sistema de “señores de la guerra” parecido al afgano. En el pasado ha habido otros videos de este tipo como el del niño decapitando a un militar y, como el de Abu Sakkar, han intimidado tanto a los leales al régimen como a aquellos que quieren derrocarlo, pero temen más el remedio que la enfermedad.

Este vídeo es el último de una larga lista de imágenes brutales que salen del país árabe gracias a los dispositivos móviles e Internet. Dependiendo del contenido los dos bandos se acusan mutuamente, un mensaje que suma confusión a una situación cada vez más complicada, pero los sirios de a pie saben normalmente quién está detrás de cada crimen. En casos como el de Abu Sakkar no hay duda posible porque él mismo ha reconocido su acción. Cada día llegan vídeos de los resultados que tienen los bombardeos en zonas civiles, decapitaciones, torturas a detenidos, filas de cadáveres de mujeres y niños después de los combates en alguna aldea… ¿Qué será lo próximo?