TEHERÁN. “La verdad es que estamos esperando a que vengan a cerrar el periódico, pero me quedé muy conforme con mi trabajo. Creo que he conseguido abrir un camino, dar un paso adelante para que los demás también se atrevan a hacerlo. Nadie puede decir nada porque se trata de un dibujo sutil y nada insultante, pero en este país nunca se sabe”. Bozorgmehr Hosseinpour (Teherán, 1976) es uno de los dibujantes más famosos de Irán y lleva catorce años publicando en diferentes medios del país. Hace un mes empezó a colaborar con el recién nacido diario Etemad-e-Mel-li (Confianza Nacional) y la pasada semana su nombre se hizo aún más popular por una de sus caricaturas. Tras la tormenta por la crisis de los dibujos del profeta y el concurso sobre el Holocausto, Bozorgmehr dibujó al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, vestido de boxeador y pegándole duro a un saco con el logotipo de la energía nuclear.

En principio, la línea roja de la censura gubernamental está marcada en torno a la figura de los clérigos. Está terminantemente prohibido dibujar a un mullah vestido de mullah. Esto lo sabe muy bien el jefe de Bozorgmehr en el diario Etemad-e-Mel-li, Hadi Heidari, ya que hace cinco años se le ocurrió caricaturizar al entonces presidente Jatami sin turbante y su periódico amaneció precintado y el fue amenazado de muerte en la tradicional plegaria del viernes posterior a su ‘pecado’. “Se pueden hacer retratos, pero no caricaturas. El problema es que hagamos lo que hagamos siempre ven algo político detrás y ya empieza el lío de las interpretaciones. Sabemos donde están más o menos las líneas rojas, pero caminamos sobre el filo de una espada. Ahora tenemos un presidente derechista y su gente no tiene mucho sentido del humor, debemos controlar cada detalle para que nadie se sienta ofendido. Ahmadineyad, por mucho cargo que tenga, es civil y nadie prohíbe caricaturizar a alguien que no es un cura, aunque este tabú también lo tenemos que romper”, comenta Hadi mientras muestra la web personal donde cuelga todos sus trabajos.

Hadi y Bozorgmehr pertenecen al sector de dibujantes que no piensan tomar parte en el concurso sobre el Holocausto organizado por el diario conservador Hamshahri. Vieron juntos los célebres dibujos del profeta, pero no les dieron importancia por tratarse de “obras insultantes y de valor artístico bajo, pésimo. Parecían trabajos de niños de guardería”, opina Bozorgmehr. Además de periódico, ambos artistas comparten ideales reformistas y piensan que todo el tema de las caricaturas de Mahoma no ha servido más que para que algunos gobiernos saquen partido de las revueltas, “mientras que la gente piensa en esas tonterías, se olvida de otros temas muchos más importantes. Es lo mismo que ocurre con el contencioso nuclear”.

¿Van a ir a por los 12.000 dólares de premio del concurso del Holocausto? Los dos responden con un no rotundo. “Es una venganza por lo de Mahoma y eso no está bien, es muy cruel. Responder a algo feo con algo más feo no lleva a ninguna parte. La gente aún llora cuando recuerda aquella matanza y no se puede jugar con ese dolor. Por cierto, ¿cómo han juntado tanto dinero para el premio? Es seis veces superior al que le dan al ganador de la bienal de cómic de Teherán ”, lamentan.

La Casa del Cómic de Irán

“Yo nunca publicaría un dibujo sobre el presidente, aunque el Ministro de Cultura ha dicho que no hay problema así que creo que no le ocurrirá nada a Bozorgmehr”. Massoud Shojai Tabatabai (Teherán, 1964) es el principal caricaturista de los periódicos más próximos al gobierno, Hamshahri y Kaihan, y también dirige la Casa del Cómic de Irán. Tras sus estudios de Bellas Artes comenzó a trabajar como muralista y fue el encargado de pintar a los mártires de la guerra con Irak en las fachadas cercanas al aeropuerto internacional de Mehrabad. Es el responsable de recibir los trabajos del concurso del Holocausto y se muestra entusiasmado con la iniciativa. “Va a ser un éxito, de momento más de catorce millones de personas han visitado nuestra web (www.irancartoon.com) en lo que vamos de año y las obras van llegando poco a poco. Por ahora todas lo han hecho por email, el correo postal siempre necesita más tiempo”.

Shojai, que reconoce la existencia del Holocausto “aunque no en las cifras en las que se cuenta”, sólo coincide con sus colegas del diario Etemad-e-Mel-li a la hora de calificar las caricaturas del profeta como “obras de muy bajo valor artístico”. En el resto de opiniones parece que viven en países totalmente diferentes. El director de la Casa del Cómic piensa que en su país “la libertad de expresión es indudable y por eso podemos organizar certámenes como este que en el resto del mundo serían impensables. En Occidente la gente se mete con Dios y no pasa nada, se pronuncia la palabra Holocausto y saltan chispas. Que alguien me lo explique. El concurso es nuestra venganza en forma de cómic”.

Al trabajar en los medios oficiales, Shojai siente que la línea roja de la que tanto se quejan el resto de compañeros no aprieta tanto, “repito que yo no he conocido nunca la censura, se trata tan sólo de dibujar desde el respeto más profundo a la religión. De esta forma uno sabe lo que está bien y lo que está mal”.

Este bien y mal que parece tan claro en los diarios conservadores es el quebradero de cabeza de artistas como Hadi y Bozorgmehr que viven con la incertidumbre del ‘qué pasará’ cada jornada. “No existe la libertad de expresión, pero esto tiene su lado bueno ya que los artistas debemos desarrollar un tacto y un talento especial. Decir todo sin que lo parezca. El Irán de la revolución islámica es como la URSS de Stalin”, sentencian.