BAGDAD. “Intentamos que aprendan a ser buenos ciudadanos. Cuando entran por esa puerta todos los problemas quedan atrás. Están en la edad más importante y hay que enseñarles buenos valores”. Suhad Thanoon Taha dirige la escuela privada Mama Aysar en el barrio bagdadí de Karrada. 170 alumnos desde los cuatro meses a los seis años acuden cada día a clase, niños que no conocieron la época de Sadam Hussein y que pertenecen a la que algunos analistas locales ya han bautizado como ‘la generación Bush’. Una generación que vio morir al dictador iraquí en la horca y la próxima semana despedirá al presidente que ordenó la invasión de su país. De momento ni les suenan los nombres de Obama o McCain, pero pronto tendrán que acostumbrarse a convivir con ellos.Esta escuela sorprende por muchos motivos. En la puerta no se apostan los típicos hombres armados que custodian cada esquina de la capital, tampoco hay muros de hormigón, ni motivos religiosos. “Es un centro privado y laico. No tenemos miedo de ningún grupo porque aquí vienen niños de todo tipo. Árabes y kurdos, chiís, sunís y cristianos comparten aula sin ningún problema, así es como debería ser el resto del país”, lamenta Suhad.

Inglés desde los 3 años
Canciones, carteles y saludos, todo en inglés desde los tres años. “Ya empezamos con este sistema en la última etapa de Sadam y vemos grandes progresos en los pequeños”, apunta Suhad, quien matiza que desde el Ministerio de Educación les han enviado la recomendación de no dejar el árabe de lado y por ello han tenido que rotular en bilingüe cada dibujo de frutas o colores.

“Es básica la tarea con los niños, desde el Departamento de Estado lo sabemos y por eso estamos invirtiendo fuertes sumas tanto en la mejora de los centros, como en el material didáctico, pero luego son los propios iraquíes quienes deben sacar esto adelante”, destaca Conrad Tribble, diplomático estadounidense empotrado en el Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT, por sus siglas en inglés) del barrio chií de Karrada. En las últimas semanas la ayuda de Estados Unidos ha rehabilitado tres escuelas en la zona y los responsables del consejo municipal se muestran satisfechos con la cooperación extranjera.

“Estaban en ruinas y ahora son centros útiles, ¿qué más podemos pedir? Seguimos con los problemas de electricidad, pero al menos ya no hay ataques contra los postes eléctricos así que tenemos poca energía cada día, pero segura”, comenta Jasmine Hadi, encargada de Comisión de Servicios en Karrada. Los funcionarios de este consejo miran a las elecciones americanas como si miraran a la luna, ven la Casa Blanca muy lejana a su día a día y aseguran que la campaña electoral no ha influido en los proyectos de cooperación.

Secuestros y asesinatos
La seguridad en todas las escuelas no es igual que en la de Mama Ayser. Además, los centros públicos están saturados y bajo la influencia de la secta dominante en cada barrio por lo que la entrada y salida de alumnos se realiza con vigilancia. Según UNICEF más de un millón de niños ha dejado de asistir a la escuela en Irak por la violencia sectaria en los últimos dos años. La modalidad del secuestro exprés se ha expandido por todo el país y hay mucho miedo entre los padres.

A la una y media concluyen las clases y es la hora de volver a casa. De dejar atrás la escuela y enfrentarse a la realidad de este inhumano Bagdad del siglo XXI.