Las fuerzas de seguridad israelíes son conscientes del enorme valor que un soldado cautivo tiene para el enemigo y por eso han recordado a los suyos la orden de 1986 –desvelada por el diario Haaretz en 2003- que obliga a que “en caso de secuestro  el objetivo prioritario es liberar al soldado de los captores, incluso si esto le causa heridas o la muerte”. Una orden no escrita que, sin embargo, todos conocen y acatan en las fuerzas de seguridad según desvela el periódico israelí. La liberación de Shalit llevó a Benjamín Netanyahu a declarar que “he cumplido mi misión”, y es que las autoridades israelíes en las últimas décadas siempre han pagado un alto precio por recuperar a los suyos, vivos o muertos.

Los responsables de las fuerzas de seguridad repiten a sus miembros que no se puede repetir un nuevo “caso Gilad Shalit”. Según el testimonio de un comandante del Ejército recogido por Haaretz “bajo ninguna circunstancia nos podemos permitir un secuestro. Nuestros soldados deben hacer todo lo que esté en sus manos para evitarlo y tienen la orden de abrir fuego sobre los captores aunque esto suponga la muerte de sus compañeros. Y los soldados lo entienden perfectamente: no se pueden convertir en un nuevo Shalit”.

“No descansaremos hasta que todos los presos vuelvan a casa”, el dirigente militar de Hamás, Abu Ubaida, valoró de forma positiva el acuerdo alcanzado con Israel para la liberación de 1.027 presos a cambio del soldado Gilad Shalit y dejó la puerta abierta a seguir con la captura de soldados como mecanismo para conseguir la vuelta de los suyos a casa, una idea que comparten todos los palestinos, con independencia de la facción que representan. La prevención a un lado del muro contrasta con uno de los eslóganes más coreados ayer en Cisjordania tras la llegada de los presos amnistiados. “El pueblo quiere un nuevo Shalit”, coreaban los miles de palestinos que se dieron cita cerca de la Muqata de Ramala para dar la bienvenida a los suyos. Banderas de Fatah y Hamás ondearon juntas en Cisjordania en un acto que logró hacer olvidar la petición del estado palestino en Naciones Unidas por parte del presidente Mahmoud Abás hace dos semanas, tema que había otorgado al dirigente de Fatah gran popularidad entre los suyos. La captura de soldados es una parte importante de la lucha armada que defiende Hamás, un modelo de resistencia radicalmente opuesto a la protesta pacífica predicada por Abás desde su llegada a la Muqata en sustitución de Yaser Arafat.

En Gaza se pudo escuchar el mismo grito de “queremos un nuevo Shalit” emergiendo de la plaza donde cientos de miles de personas recibieron a los cerca de trescientos presos que llegaron a la franja, entre ellos el dirigente de Hamás Yehya Al Sinwar, uno de los pocos cabecillas que el grupo fundamentalista ha logrado incluir en el acuerdo que en los próximos dos meses obligará a Israel a indultar a 1.027 presos.