DAMASCO. “Esperemos que sea el último mártir de la patria” comenta el obispo Moussa Al Khoury con la mano en el corazón y alzando la mirada al cielo. Siria vivió su primer día oficial de alto el fuego, una jornada de luto entre la comunidad cristiana que celebró el funeral en homenaje al primer sacerdote asesinado en la capital desde el estallido de la revuelta, el padre Fady Haddad. El segundo golpe directo en menos de una semana que sufre esta minoría religiosa, que representa al 10 por ciento de los sirios, tras el coche bomba que el domingo costó la vida a trece personas en Bab Touma (puerta de Santo Tomás), barrio cristiano de la Ciudad Vieja.

El Obispo mira la foto del padre Fady en Internet.(M.A)

El cuerpo del padre Fady Haddad lo encontraron tirado en la carretera que une Damasco con Qneitra, en la frontera con Israel. Tenía un disparo en la cabeza. “No queremos hablar de un asesinato confesional, le mataron a él como cada día matan a otros ciudadanos del país sin importar su religión”, señala el obispo, que no quiere establecer paralelismos entre la situación vivida en Irak tras la invasión de Estados Unidos y la que atraviesa Siria. El padre Haddad tenía 43 años, estaba casado y era padre de tres hijos. Pertenecía a la iglesia griego ortodoxa, que en la provincia de Damasco cuenta con 64 religiosos. Su iglesia estaba en Qatana, a una hora en coche de la capital, donde se celebró el funeral al que asistieron miles de personas.

“Era una persona querida que murió por ayudar a los suyos”, destaca el obispo Al Khoury mientras busca las fotos del fallecido en Internet. Fady respondió a la llamada de una familia de su parroquia tras el secuestro de uno de los suyos por parte de un grupo armado en la localidad vecina de Jedeidet Artouz. Los secuestradores pedían 50 millones de libras (610.000 euros al cambio), pero con el paso de los días lo rebajaron a tres millones (36.000 euros). El religioso, acompañado del suegro del cautivo, decidió erigirse en intermediador y fijó una cita con los criminales para el pago del rescate. El jueves 18 salieron de Qatana en el coche de la parroquia y nunca más regresaron. “Nos reunimos con el primer ministro, con los mandos del Ejército y Policía… recibimos incluso una llamada de una banda diciendo que tenían a Fady y que lo soltaría por un millón de libras (12.000 euros), pero todo era un juego. Hay tantos grupos criminales que uno no sabe con quien habla. Ya lo habían asesinado”, recuerda el obispo que en todo momento estuvo al frente de las gestiones para intentar la liberación de los secuestrados.

La rabia se mezcla con la esperanza en las palabras de Moussa Al Khoury. “Quieren destrozar Siria, pero no podrán. La unidad entre cristianos y musulmanes es lo que nos está haciendo aguantar una situación de la que vosotros, europeos, sois grandes culpables”, denuncia este religioso que ensalza “la convivencia histórica entre todas las religiones en este país, un ejemplo para la región”.