La guerra sucia que enfrenta a Irán y Estados Unidos desde hace tres décadas tiene muchas caras y el espionaje es una de las más importantes. Con la noticia aún reciente del descubrimiento de dos topos de la CIA por parte de Hizbolá en Líbano –grupo chií vinculado a Irán-, el diputado Parviz Sorouri declaró a la agencia oficial IRNA que en las últimas horas las fuerzas de seguridad iraníes han detectado y capturado a doce agentes de la CIA que “trataban de dañar” los programas militares y nucleares del país. Sorouri, que forma parte del Comité de Política Exterior y Seguridad Nacional, no aportó más detalles por lo que desde la prensa estadounidense calificaron la declaración como un acto de propaganda por parte del régimen de los ayatolás.

Verdad o propaganda, las últimas semanas han dejado varios episodios extraños que han abierto las puertas a numerosas teorías. El sábado 12 de noviembre una explosión en una instalación militar próxima a Teherán costó la vida a 16 personas. Irán lo calificó de accidente, pero todas las alarmas se encendieron a los pocos días al salir a la luz que entre los muertos estaba el General Hasan Tehrani Mogadam, considerado el padre del programa balístico de la todopoderosa Guardia Revolucionaria. Según los medios israelíes se trataría de la persona con capacidad de desarrollar misiles de largo alcance capaces de portar cabezas armamento nuclear. Un golpe muy duro al aparato de seguridad de un régimen que desde 2005 ha perdido también a varios científicos vinculados con el programa nuclear víctimas de atentados. Teherán siempre ha culpado directamente a agentes externos de estos asesinatos, aunque en el caso de Mogadam no hay de momento una condena firme porque supondría reconocer un fallo muy grave.