El teléfono de Maamun Abdulkarim echa humo desde que el domingo el Ejército sirio lograra expulsar al grupo yihadista Estado Islámico (EI) de Palmira y Tadmur, la ciudad moderna levantada junto al oasis declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El director de Antigüedades de Siria está “feliz” por una victoria militar que supone “una victoria de la humanidad por el valor histórico del lugar liberado” y formará parte del primer grupo de expertos que en los próximos días realizará una visita al lugar para evaluar los daños sufridos por los diez meses de ocupación yihadista y los duros combates de los últimos días. Pensaba viajar 24 horas después de la entrada del Ejército, pero debido a razones de seguridad este primer viaje tendrá que esperar al menos una semana. La felicidad es doble para los expertos sirios porque las primeras imágenes captadas por aviones no tripulados muestran “una panorámica excepcional. Las columnas, el anfiteatro, muchas de las torres… está la mayor parte del lugar intacto”, afirma Abdulkarim. Nada que ver con Nimrud o Hatra, lugares históricos que el EI capturó en Irak y redujo a escombros. La diferencia radica en que “aquí han sido los propios ciudadanos los que han custodiado las ruinas. Sabían que de Palmira depende su futuro y el de sus familias, desde octubre, tras la destrucción ese verano del templo de Bel, los yihadistas no hicieron más barbaridades porque todo el pueblo se les habría echado encima”, revela el director de Antigüedades con satisfacción.

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Dentro de este grupo de guardianes de la ‘perla del desierto’ figuran los cincuenta funcionarios y 45 guardas que el Gobierno tenía en Palmira y que durante los últimos meses han seguido cobrando sus sueldos, aunque carecían de permiso del EI para acceder al lugar. Estos hombres sufrieron una gran presión porque los yihadistas estaban convencidos de que el régimen guardaba un tesoro de dos toneladas de oro en las ruinas… un tesoro que nunca encontraron pese a las excavaciones ilegales que nunca dejaron de realizar.

“Queremos empezar lo antes posible con los trabajos de emergencia para coordinar con Unesco una estrategia de rehabilitación y reconstrucción de templos como el de Baalshamin y Bel, el Arco del Triunfo y las torres funerarias”, monumentos arrasados por el EI antes de octubre, destaca Abdulkarim. Aunque la línea general de trabajo “es partidaria de no reconstruir antigüedades, en el caso de Palmira es diferente… vamos a intentar restaurar los templos destruidos pero de una forma que preserve la identidad histórica”, apunta el responsable sirio.

Primeras imágenes

Los expertos se temían lo peor cuando en mayo pasado los seguidores del califa Ibrahim entraron en Palmira, pero las primeras vistas panorámicas a las que han tenido acceso revelan que la situación “no es tan mala”, para Abdulkarim. A los pocos días de izar la bandera negra asesinaron a 20 vecinos a quienes acusaba de cooperar con las autoridades de Damasco en el anfiteatro romano. Con el paso de las semanas los yihadistas difundieron vídeos con la voladura de las tumbas de Mohammad Ben Ali, un descendiente de la familia del primo del profeta Ali Ben Abi Taleb, y de Nizar Abu Bahaedin, un religioso local. Después llegó el turno para la destrucción a golpe de pico y pala de la figura del León de Al Lat, de tres metros y medio de alto, quince toneladas de peso y más de 2.000 años, y la voladura del templo de Bal, erigido en el 32 D.C en homenaje al dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad. Los yihadistas también decidieron dar un nuevo uso al museo, que durante los últimos meses les ha servido de prisión.

Como en el resto de museos de Siria, las autoridades lograron rescatar la mayor parte de piezas maestras antes del inicio de las hostilidades y “están a buen recaudo en lugares secretos de Damasco”, según reveló el propio director de Antigüedades a este enviado especial en un viaje reciente a la capital siria. Antes de la retirada del ejército, el Gobierno sirio cargó en camiones todas las estatuas y piezas que pudo, pero el gran conjunto milenario greco romano de templos y avenidas era imposible de transportar y quedó en manos de los yihadistas.

Experiencia pasada

No es la primera vez que Siria se enfrenta a un desafío de este tipo, “hay que recordar que hace 70 años el arqueólogo Jaled Al Asad, que fue decapitado por el EI, se encargó de la completa rehabilitación de Palmira”. La figura del apodado con cariño como el “Indiana Jones” de la arqueología siria estará muy presente en los nuevos trabajos que tendrán que abordar un equipo de “reputados ingenieros y arqueólogos, de gran competencia científica y experiencia en restauración y rehabilitación después de guerras y catástrofes naturales”, señaló Abdulkarim, que quiso dedicar esta victoria a su compañero asesinado en agosto. Expertos, entre los que están los hijos del propio Assad, que en los últimos años de guerra abierta en el país se han enfrentado a la rehabilitación de otros lugares liberados por el Ejército de manos del EI como el Crac de los Caballeros, la aldea cristiana de Malula o la ciudad vieja de Homs.

Para esta complicada labor que Siria tiene por delante espera contar con la colaboración de socios internacionales como la Unesco, el Consejo Internacional de Monumentos (Icomos) y el Centro Internacional para el Estudio de la Preservación y la Restauración de la Propiedad Cultural (Iccrom). “Va a ser importante que todo el mundo separe política de historia y priorice la salvación del patrimonio. Es lo que hemos intentando desde este departamento de Antigüedades desde el primer día de guerra y en Palmira, como en otros lugares como Bosra, lo estamos consiguiendo”, concluye Abdulkarim antes de despedirse porque tiene que entrar en directo en la televisión nacional siria.

*Artículo publicado por los diarios de Vocento el 29-03-2016