TEHERÁN. Mientras el director iraní Asghar Farhadi levantaba la estatuilla con el Óscar a la mejor película extranjera por “Una separación”, Amir Hussange Haspazbanian lloraba de emoción frente a su televisión. Las fotos del director ocupan ahora el salvapantallas del ordenador desde el que este funcionario de cuarenta años gestiona el cine Steghlal de Teherán, en la plaza Valiasr, uno de los más antiguos de la capital y con aforo para seiscientas personas. “Una separación” se estrenó en Irán hace un año y “superó todas las previsiones, estuvo las doce semanas que marca la ley en cartelera y hubo que poner una sesión extra para que todo el mundo la pudiera ver. Sólo cinco cines la seleccionamos, entre ellos el mío”, recuerda Haspazbanian, que aquellos días tuvo que alargar su horario de trabajo (normalmente de once de la mañana a once de la noche) hasta las dos de la mañana. A diferencia de otros grandes directores iraníes que cosechan gran éxito internacional, pero no gozan del favor del público local, Farhadi arrasó gracias a que “es la película perfecta, muestra la realidad de esta sociedad tal y como es y eso al público le gusta”. En aquellos días, además, competía en la cartelera con una película sobre la guerra contra Irak del director oficialista Masoud  Deh Namaki, que también fue muy popular.

Amir Hussange Haspazbanian en el acceso al cine Steghlal de Valiasr.

Bahman Gobadi (dos veces Concha de Oro en San Sebastián) se ha ido del país, Jafar Panahi (León y Oso de Oro en Venecia y Berlín) continúa en Irán pero pesa sobre su cabeza la prohibición de trabajar y en enero las autoridades islámicas decidieron clausurar la Casa del Cine (Janeh Cinema). Este lugar de encuentro y trabajo y centro de documentación para los cineastas de todo el país recibió la orden de cierre del Ministerio de Cultura y Guía Islámica por “errores administrativos en su fundación” y “otras actividades ilegales”, que no fueron especificadas en un documento que hizo público la agencia Isna. “El Gobierno se queja de que muchos directores sólo muestran los puntos negativos del país “, argumenta Haspazbanian, que no quiere entrar en profundidad en el tema. Como el resto de responsables de la mayor parte de  salas, el suyo es un cargo público porque los cines despenden del estado. Tampoco opina sobre las palabras del presidente Mahmoud Ahmadineyad que nada más conocer la victoria en la gala de los Óscar la calificó como “derrota del régimen sionista”, “unas palabras dirigidas a la comunidad internacional, no a los iraníes, aquí todo se ha centrado en el éxito de Farhadi, nada más”.