TEHERÁN. Seyed Ali Setadfakr repasa una por una las hojas de su álbum de fotos. Han pasado 25 años, pero no olvida un solo día de los catorce meses que pasó en el frente como voluntario basiyí, la organización paramilitar creada por Jomeini durante la guerra con el objetivo de promover los valores del chiismo en la sociedad. “A nadie le gusta la guerra, pero luchábamos con alegría, sin miedo a morir”, recuerda mientras se identifica en cada fotografía señalando a un joven moreno de apenas 17 años con barba y grandes gafas de pasta.

Seyed Ali Setadfakr en su casa de Teherán.

Iba al frente por periodos de tres meses y vivió en primera persona la experiencia de tener que adentrarse en zonas minadas. “En condiciones normales se trataba de limpiar las zonas con cuidado, pero cuando había alguna emergencia éramos los basiyíes los primeros en marchar hacia la frontera por encima de las minas”, asegura. Miles de jóvenes perdieron la vida de esta manera “plenos de felicidad por servir al país y a Jomeini”.

Hoy su estado de salud es muy delicado “por culpa del efecto de las armas químicas que usó Sadám”. Padece problemas respiratorios y en los últimos meses ha perdido veinte kilos. Presenta un aspecto famélico y “me siento cada día más débil”, asegura mientras recoge los álbumes y los deposita en un cuarto. Su mujer e hija siguen la entrevista desde la cocina, presidida por un enorme retrato del Líder Supremo, ayatolá Jamenei. “El basij se ha adaptado a los nuevos tiempos, antes éramos un grupo pequeño y puramente militar, ahora disponemos de casi veinte ramas diferentes de operaciones, empezando por la educación de los más pequeños hasta los centros de investigación”, informa antes de pasarse al tema estrella del día y declarar que “todos vamos a votar, ni un solo basiyí se quedará en casa porque así lo ha ordenado el Líder”. ¿A quién apoyarán? “No tenemos orden de voto, lo que sí sabemos es que si se repiten altercados como los del 2009 el régimen nos tiene listos para volver a dar seguridad al país”, una seguridad impuesta por la fuerza y, según la descripción de algunos medios opositores, “una máquina represora bien organizada y muy disciplinada” que sembró el terror entre los manifestantes que salieron a las calles a protestar por el presunto fraude electoral. “Han cambiado los tiempos y también la forma de guerra de los enemigos contra Irán y por eso era necesario actualizarse, esta es otra guerra”, apunta.

La organización nació con objetivos militares y su papel en la guerra con Irak fue clave ya que protagonizaron oleadas humanas de voluntarios que fueron al frente con la fe como única arma. El líder Jamenei, sin embargo, les encomendó una nueva misión para el tiempo de paz: desarrollar la ciencia y tecnología del país. Los basiyí aseguran que gran parte del equipo científico que ha desarrollado el programa nuclear iraní pertenece a su movimiento.