Diecisiete soldados de la OTAN han perdido la vida en 2012 en diez ataques llevados a cabo por los soldados afganos a los que entrenaban y ya son más de ochenta los caídos en una labor de mentorización que empezó en 2008 (entre ellos dos oficiales de la Guardia Civil). Después de investigar cada acción, los responsables de la OTAN han llegado a la conclusión de que “los ataques responden a rencillas personales, a la situación de estrés de la batalla o a asuntos domésticos”, según detalló el portavoz de la Alianza en Kabul, general Carsten Jacobson. Tres razones que alejarían el temor a la cada vez mayor infiltración por parte de la insurgencia, un factor subrayado por analistas y por los propios mandos afganos que, pese a lo que diga la OTAN, han optado por introducir topos entre sus tropas para detectar posibles insurgentes. Y es que además de soldados internacionales, también cerca de un centenar de policías y soldados afganos han muerto a causa de ataques de sus propios compañeros, los últimos  ayer cuando cuatro policías y dos civiles fueron asesinados a tiros en el interior de una comisaría de Helmand donde previamente habían sido envenenados por otro agente.

No creemos que los ataques formen parte de una estrategia coordinada de la insurgencia. Cada uno responde a causas particulares y se puede enmarcar dentro de unas circunstancias particulares”, aseguró Jacobson queriendo rebajar la alerta creada entre las fuerzas internacionales donde estos ataques “tienen un efecto desproporcionado en la moral de las tropas”. La mentorización es la prioridad de la comunidad internacional que trabaja contra el reloj para dejar al personal local listo antes de 2014. El entrenamiento y equipamiento va por buen camino, según unas estadísticas que hablan de 350.000 hombres entre Policía y Ejército. La segunda fase de la transferencia de seguridad está en marcha, pero la sensación generalizada entre los afganos es de falta de confianza en estas nuevas fuerzas del orden. Este punto será uno de los ejes de la próxima conferencia de la OTAN en Chicago, donde se acordará la hoja de ruta para la futura relación de la Alianza con el país asiático a partir del repliegue.