En Bonn volvió a quedar en el aire la estrategia para alcanzar la paz en Afganistán. Los millones de la comunidad internacional parece que llegarán hasta 2024, pero sigue sin haber sobre la mesa una hoja de ruta para una negociación. «La participación de los talibanes hubiera sido fructífera», según el ex embajador del grupo fundamentalista en Pakistán, mulá Abdul Salam Zaeef. En declaraciones a la agencia Pajhwook, Zaeef criticó la primera cita de Bonn por imponer «un gobierno títere» y mantuvo su crítica con esta segunda reunión porque «no está representado todo el país».
El Afganistán que emergió en 2001 es un país en manos de los vencedores de la guerra en la que Estados Unidos recurrió a los comandantes de la denominada Alianza del Norte para luchar sobre el terreno contra las fuerzas del régimen fundamentalista que había dado cobijo a Osama Bin Laden y su red de Al Qaeda. Ganaron la contienda y posteriormente obtuvieron su recompensa a base de puestos oficiales para el horror de millones de ciudadanos que veían llegar al poder a los responsables de la guerra civil que mantuvo sumido al país en el caos durante siete años.
Muchos de esos comandantes son popularmente conocidos como «warlords» (señores de la guerra) por su pasado como líderes con un fuerte poder militar capaces de controlar ciudades y regiones sin contar con el respaldo del Gobierno central.
El propio presidente Hamid Karzai tiene como vicepresidentes a Mohamed Qasim Fahim y Abdul Karim Jalili, a quienes diferentes organizaciones no gubernamentales acusan de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad durante la guerra civil afgana. Oficialmente ya no tienen tanques, pero conservan sus milicias que ahora operan bajo el eufemismo de «empresas de seguridad» o se han integrado dentro de las fuerzas armadas que entrena y paga Occidente.
En la última década la comunidad internacional no ha resuelto el problema de los señores de la guerra y ahora, a menos de dos años del finde la misión, pretende que sean ellos los que se sienten con los que han sido sus enemigos. En una entrevista con la revista Time, Francesc Vendrell, ex enviado de la UE en el país y anteriormente responsable de la misión especial de la ONU desde 2000, declaró que «aquí la gente simplemente no ve que la justicia exista. Ven impunidad, ven a un puñado de hombres que se han convertido en tremendamente ricos y ven su crueldad», los mismos en los que la comunidad internacional confia hasta 2024.
Diferentes asociaciones coordinadas por la Organización Independiente de Derechos Humanos de Afganistán trabajan en la recogida de pruebas que en el futuro próximo les permitan sentar a los señores de la guerra en los banquillos de la Justicia internacional para juzgarles por crímenes de guerra. “Es imposible avanzar sin mirar al pasado y sin juzgar a aquellos que destrozaron las vidas de millones de afganos y que ahora forman la nueva aristocracia con todo el apoyo de la comunidad internacional”, confesaba a este enviado especial una cooperante desde el más absoluto anonimato por el miedo a represalias en un viaje a Afganistán.
La ONG catalana Asdha (www.afgancat.org), con presencia en Afganistán desde 2000, ha apostado fuerte por este campo y trabaja dando apoyo psicológico y asesoramiento legal a las víctomas, dos de los pilares para lograr en un futuro próximo que se haga justicia en Afganistán.
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Generalmente no dejo comentarios en las paginas pero tu contenido me obligo a hacerlo. Muy buen trabajo.