La vida de Abdul Hakim Belhadj ha dado un giro radical desde el triunfo de la revolución en Libia. El ex emir del Grupo de Combatientes Islámico Libio, con pasado yihadista en Afganistán y vinculado a los atentados del 11M por sus contactos con  ‘El Tunecino’ y su socio jordano Mohd Othman, es ahora el responsable de la seguridad en Trípoli. Tras la caída de Muamar Gadafi su objetivo es ahora acabar con la persona que le entregó a la CIA en 2004. Belhadj acusa al ex responsable de Exteriores del Reino Unido, Jack Straw, de ser la persona que dio la orden de captura, junto a la de su mujer, a los agentes del M16 cuando se disponía a volar de Bangkok a Londres para pedir asilo político. Los agentes británicos le transfirieron a manos de la CIA que se encargó de la entrega del matrimonio al régimen libio, que perseguía a Belhadj por ser el cabecilla del principal grupo opositor. Tras su captura la pareja sufrió “todo tipo de torturas a manos de tailandeses, americanos y libios”, según Belhadj, tras una entrega autorizada por las autoridades británicas.

La implicación del Gobierno británico salió a la luz tras la información de la BBC sobre ciertos documentos relativos al caso a comienzos de mes, pero faltaba saber el grado de las personas involucradas. Este aspecto lo desveló el ‘Sunday Times’ en su última edición con fuentes que implicaban directamente a Straw, a quien los abogados de Belhadj –de la empresa Leigh Day & Co, especializada en derechos humanos- acusan formalmente de cómplice de los malos tratos sufridos por su cliente y su esposa.

El antiguo emir del Grupo de Combatientes Islámico Libio – Al-Jama’a al-Islamiyyah al-Muqatilah fi-Libya (LIFG, por sus siglas en inglés) es hoy comandante de las fuerzas rebeldes en Trípoli. Su pasado vinculado a la yihad, el contacto directo con Osama Bin Laden en Afganistán y Pakistán, la detención por parte de la CIA y su vinculación con los cabecillas del 11-M mantienen alerta a la comunidad internacional. Rodeado de muchos de los hombres que se formaron a sus órdenes en la guerra afgana, Belhadj asegura que en su día dijo “no” a la oferta de colaboración con Al Qaeda (AQ), pero admite relaciones con ‘El Tunecino’ y su socio jordano Mohd Othman “por temas profesionales, nada vinculado con los ataques”.

Los servicios secretos libios le siguieron la pista desde finales de los ochenta, pero se libró de ellos viajando a combatir a Afganistán donde encontró un lugar seguro para la creación del LIFG. La CIA le detuvo en Tailandia (2004) y le deportó a Trípoli. Estuvo encerrado seis años en la prisión de Abu Salim, donde asegura que fue interrogado por la inteligencia española por su presunta vinculación con los atentados del 11-M. Después de tres décadas huyendo y viviendo bajo la etiqueta de ser un líder terrorista islamista, Abdul Hakim Belhadj es hoy el comandante de las fuerzas rebeldes en Trípoli y tiene en sus manos la seguridad de las principales figuras de Consejo Nacional Transitorio (CNT), que no han dudado a la hora de confiar a este ex yihadista sus vidas.