Fumata blanca en Ginebra. Irán y el 5+1, grupo formado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China) junto a Alemania, han logrado esta madrugada un acuerdo de seis meses de duración para intentar solucionar un contencioso nuclear que duraba una década. Por encima de los detalles de un acuerdo de mínimos que garantiza que Irán no seguirá enriqueciendo al 20 por ciento, cifra que le acerca al 90 por ciento necesario para la fabricación de la bomba, a cambio del levantamiento de algunas sanciones que asfixian su economía, lo más significativo de este momento es lo que no figura en el documento. La firma de estos papeles pone fin a diez años de desconfianza y abre la puerta a “una nueva era”, como lo ha definido el ministro de Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, públicamente enojado, como el resto de autoridades del estado judío, con la decisión tomada en Ginebra.

Sentarse en la mesa a negociar con un equipo iraní es muy complicado, sea cual sea el nivel de la negociación. Desde la compra de un alfombra, hasta el acuerdo nuclear, la cultura bazarí impone en el espacio y tiempo y se trata de un ejercicio maratoniano en el uno siempre tiene la sensación de salir derrotado. Pero cuando el acuerdo se cierra es sagrado y en una región tan complicada seguro que tiene influencia más allá del puro tema nuclear.

El pacto se produce el mismo fin de semana que la Casa Blanca logra la firma del acuerdo de seguridad con Afganistán, y a los dos meses de que las conversaciones con Rusia evitaran a última hora una operación militar contra Siria por el presunto uso de armas químicas por parte del Ejército de Bashar Al Assad. Ahora las fuerzas de Estados Unidos podrán permanecer en suelo afgano tras la fecha oficial de la retirada (fijada para 2014) y el régimen de Assad ha entregado todo su arsenal químico.

Tras una década de política exterior basada en la guerra con la excusa de combatir al terrorismo internacional y de paso imponer la democracia a golpe de fusil, Estados Unidos se acerca también a Irán a través de este pacto alcanzado en Ginebra. La seguridad de Israel está en juego y, pese a la condena de las autoridades judías, la mejora de las relaciones con la república islámica blinda aún más al Gobierno de Netanyahu.