JERUSALÉN.  Siria no deja de sorprender. Cuando ya pensábamos que lo habíamos visto todo, llega un nuevo cambio. Son al menos ya cinco los muertos tras el ataque de Estados Unidos a la base militar de Shayrat, situada unos 30 km sur de la ciudad de Homs, la que fue bautizada como capital de la revolución en 2012. Shayrat está canino a Qariaten, una localidad mixta musulmana cristiana que estuvo durante medio año en manos del grupo yihadista Estado Islámico (EI). No es una base cualquiera, se trata de una las más utilizadas por la aviación siria y una de las que no habían sufrido ataques en los últimos seis años.

EEUU insiste en que desde esta base partió el caza que habría atacado con armas químicas el martes Jan Sheijún, al sur de la provincia de Idlib, pero lo que destacan los medios sirios es que de aquí partían los aviones para atacar al EI tanto en Qariaten como en Palmira, recientemente liberada por segunda vez de manos de los yihadistas. Como tras lo ocurrido el martes en Idlib, dos narrativas diferentes cara a cara.

No es la primera vez que EEUU bombardea Siria, pero sí es la primera vez que ataca de forma directa y voluntaria a las fuerzas de Assad. Hasta ahora atacaba objetivos del EI y también mató a 62 soldados en un bombardeo en Deir Ezzor, pero entonces aseguró que fue un «error».

Trump no es Obama

Las decenas de muertos a causa de armas químicas en Idlib han sido un test para Trump, que después de 48 horas de presión ha adoptado una decisión totalmente diferente a la que adoptó Barack Obama en 2013 tras una situación similar. La situación generada por lo sucedido en Jan Sheijún recuerda a lo sucedido en los alrededores de Damasco aquel verano de hace cuatro años, cuando la oposición denunció la muerte de más de mil personas tras un ataque con armas químicas y difundió imágenes y vídeos terribles. Entonces, como ahora, ambos bandos se acusaron mutuamente del uso de sustancias prohibidas y la presión creció sobre Damasco, pero también sobre Estados Unidos, a donde apuntaban todas las miradas. Rusia maniobró entonces ante Obama y logró un acuerdo para que Siria permitiera la entrada de investigadores y entregara su arsenal químico a cambio de frenar una eventual operación estadounidense.

La decisión de Obama, que había calificado este tipo de armas como “línea roja”, envió a la oposición el mensaje claro de que EEUU se mantendría la margen del conflicto y abrió las puertas a la entrada de lleno de Rusia en la guerra.  La entrega del arsenal se produjo en los plazos marcados por la comunidad internacional y fue calificada de “exitosa”, pero las sospechas del uso de este tipo de armamento no desaparecieron. Tras lo ocurrido en Idlib la pelota estaba en el tejado de Trump, que se enfrentaba a las mismas dificultades que su antecesor.

Rusia, avisada

Obama optó por la diplomacia y por un acuerdo con Rusia, Trump por los 59 Tomahawk, aunque su equipo asegura q avisaron antes a los rusos ya que estos tienen miles de hombres en el país y algunos estaban en Shayrat. Parece, por tanto, que es un ataque quirúrgico contra una posición muy concreta y desde EEUU insisten en q su política no va a cambiar en Siria. Además, es también un ataque a la carta, porque Rusia estaba avisada. También se avisó a Israel… parece que Trump adelantó sus planes a todos menos a su Congreso.

Han pasado unas horas y lo q se ha vuelto a formar es la foto habitual del conflicto. A un lado Israel, Arabia Saudí, Turquía, Reino Unido y Francia aplauden la decisión. Al otro, Irán y Rusia la critican. En medio millones de sirios que no tienen voz y pagan estas diferencias entre potencias con su sangre.

 

Foto: Pentágono