Soy un paracaidista. Viajo a trabajar al extranjero y vuelvo, voy y vuelvo cada poco tiempo, pero en todos los últimos regresos hay algo que no cambia: el monotema de la crisis. No entiendo nada. La economía llena páginas y páginas en los diarios, se lleva los minutos de oro en los informativos, los gurús de las redes sociales les dedican posts didácticos intentando explicar paso a paso lo que sucede, se lo he preguntado a mi banquera varias veces y la respuesta es siempre la misma: “no sabemos ni nosotros lo que pasa”… cuanto más leo, veo, pregunto y escucho, menos entiendo. Quizás es que sea de letras puras, quizás es que estamos ante una traslación del conflicto entre Israel y Palestina al mundo de la economía. El de Oriente Medio es el conflicto que más cobertura mediática ha recibido en las últimas décadas, pero hasta que uno no pone el pie en Tierra Santa no aprecia realmente sus dimensiones.

Con la prima de riesgo, el paro, el rescate y Bankia pasa lo mismo. Te lo pueden explicar en soufflé o puré, que hasta que no llega a tu bolsillo forma parte de esa burbuja mediática que nos mantiene desde hace meses “al borde del abismo”. Un titular tan contundente como impreciso. Los responsables del desastre financiero son como las autoridades israelíes, no importa lo que hagan porque siempre hay un tío Sam que les cubre las espaldas ante la Justicia. Y los indignados, mineros, parados, autónomos y demás nómina dependientes somos una especie de palestinos que sabemos que en el fondo tenemos la razón, pero sentimos que nadie nos escucha, no hay Justicia y nos están robando a la cara. Así que si esto sigue por este camino seguiremos sin entender nada, pero pronto estallará la primera intifada. Los grandes medios y agencias lo huelen y no han dudado a  la hora de enviar a sus primeras figuras a cubrir la crisis española. Una pena que, como en el caso israelo-palestino, se inflarán a vender noticias, pero nadie lo entenderá, solo los que lo sufren de verdad.