DAMASCO. Guerra en las calles y guerra en los medios. Tres veces por semana el jeque Adnan Al Arur tiene un programa en el canal saudí Al Safa dedicado a criticar al régimen sirio, especialmente a las minorías religiosas que se mantienen fieles a Bashar Al Assad. Nacido hace 64 años en Hama, su foto retocada en Photoshop y pegada en la cabeza de un perro, o en el cuerpo de una bailarina decora las paredes de barrios leales al presidente como el asentamiento alauí de Mezze 86 donde la gente le aborrece. Entre sus perlas más preciadas los vecinos de este lugar destacan el día en el que se dirigió a la primera dama diciéndole “Asma, tú tienes sangre suní, envenena a tu marido”. Eso fue durante los primeros días de la revuelta, con el paso de los meses el tono se ha ido radicalizando hasta proclamar recientemente que “a cualquiera que no nos apoye en nuestra lucha contra el tirano, le meteremos en una máquina de picar carne después de lograr la victoria y arrojaremos el picadillo a los perros”. Un discurso radical “con gran calado en las zonas rurales suníes y entre la gente de bajo nivel cultural que se ha erigido en una especie de líder espiritual del sector salafista de la oposición”, denuncia un funcionario alauí residente en Mezze 86.

Entre los activistas consultados en Damasco el religioso no goza de buena reputación y piden que no se mezcle su lucha contra el régimen con los mensajes de Al Arur porque “solo sirven para identificarnos con grupos extremistas. Hay radicales, pero no son la mayoría pese a lo que dice el régimen”. La oposición nacional siria, la que está dentro del país, no cuenta con espacio en los medios oficiales, pero difunde sus mensajes a través de un auténtico frente informativo organizado en Internet. “Gracias a Facebook sabemos en cada momento lo que está ocurriendo en cada punto del país. Hay grupos específicos de los que solo se puede formar parte si llegas recomendado por otro usuario para evitar topos”, asegura Annas Joudeh, miembro del movimiento opositor Reconstrucción del Estado Sirio. El régimen bloqueó el acceso a Facebook durante unos días, pero luego volvió a abrirlo “porque en realidad es para ellos también una buena forma de saber lo que piensa el enemigo, una gran fuente de información”, piensa Joudeh. Desde entonces se puede navegar sin filtros en Siria.

“Turquía pone la tierra para refugiados y organizar operaciones, Estados Unidos la inteligencia y armas, Qatar el dinero y Arabia Saudí la maquinaria mediática”, opina el analista Nabil Fayad, que resume de esta forma el reparto de funciones entre los principales aliados de la oposición. Riyad cuenta con cinco canales por vía satélite dedicados casi en exclusiva a la crisis siria, cuatro de ellos religiosos, y Doha ha puesto a funcionar la maquinaria de Al Jazeera, el gigante informativo del mundo árabe que “tiene discursos diferentes en sus canales en árabe e inglés, al igual que Al Arabiya. En Occidente ya no es tabú hablar de la radicalización de los grupos opositores armados, algo que no abordan en sus espacios en árabe”, critica Elias Mourad, presidente de la Federación de Periodistas Sirios. La ofensiva se completó con la retirada temporal de los canales oficiales sirios de los satélites. Ahora ya pueden volver a sintonizarse en nuevas frecuencias a través Nilesat y Arabsat, pero siguen vetados en Hot Bird.

22 muertos y un desaparecido

Los informadores están en el punto de mira de los dos bandos. En los últimos 18 meses han perdido la vida 22 reporteros en Siria (17 de ellos locales) y la última ha sido la periodista japonesa Mika Yamamoto, fallecida el lunes en Alepo, según los datos del Comité para la Protección de Periodistas. En estos momentos se encuentra desaparecido el ‘freelance’ estadounidense Austin Tice, colaborador de ‘The Washington Post’, “por quien nos ha preguntado la Federación Internacional de Periodistas y vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos. Si lo tienen el Ejército o alguna agencia de inteligencia daremos con él, pero si está en manos del Ejército Sirio Libre no podemos hacer nada”, lamenta Mourad. Tice entró en Siria cruzando de forma clandestina la frontera turca en mayo y desde hace una semana su familia no tiene noticias de él.

Artículo publicado en los periódicos de Vocento el 26 de agosto de 2012