SANAA. Disparos, Hummers cruzando el desierto, granadas, lanzacohetes y actores que simulan el secuestro de una joven a punta de pistola. No falta de nada en la base militar de Salef donde se entrenan las fuerzas especiales yemeníes que se encargan de la lucha contra el terrorismo. Yemen está en el ojo del huracán y los medios más potentes de Reino Unido y Estados Unidos han desplegado a sus estrellas en Saná para presentar a sus audiencias a “la nueva amenaza global”, según Hillary Clinton. Las autoridades saben que es el momento de mostrar su implicación en la guerra contra el terror y por eso, a primera hora, convocan a los medios a las afueras de la capital para exhibir las cualidades de su cuerpo de élite.

Lucen uniformes impecables y calzan las mismas botas que los marines en Irak o Afganistán. La idea de crear este cuerpo nació hace diez años, tras el atentado contra el buque de guerra USS Cole en el puerto de Aden, al sur del país, pero no se instauró hasta 2003. Desde entonces, expertos americanos y británicos visitan periódicamente Saná y los soldados yemeníes acuden a sus academias para completar la formación. Esta cooperación se ha estrechado aun más en las últimas semanas tras descubrirse los contactos entre el joven nigeriano que intentó atentar contra un vuelo americano y la cúpula de Al Qaeda en la Península Arábiga. Washington y Londres, además, han acordado la aprobación de un fondo para la creación de una unidad policial antiterrorista en Yemen.

Se han convertido en el objetivo número uno de Al Qaeda que ha prometido “matar a los colaboradores de los americanos”, según las webs yihadistas. El pasado noviembre la insurgencia mató a seis de sus oficiales, cinco de ellos en una emboscada en la provincia de Hadramout.
Los periodistas tienen reservada una tribuna en lo alto de una colina. Desde allí empieza el espectáculo bélico con fuego real. Los enviados del ministerio de Información tratan de contener al cerca del centenar de periodistas acreditados que pronto rompen el protocolo y empiezan a acercarse a la zona de entrenamiento para obtener mejores planos. Estos disparos, unidos al vuelo esporádico de cazas de la Fuerza Aérea y a los convoyes militares que se dirigen al norte son las únicas muestras de guerra en una capital que vive ajena a los problemas en las provincias.