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KIEV. Las palabras del nuevo alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, han levantado ampollas. “El objetivo principal de Maidán ya ha sido conseguido, estamos a salvo del dictador. Las barricadas han cumplido su misión y es momento de retirarlas”, piensa el ex boxeador y vencedor en las elecciones a la alcaldía del fin de semana, una opinión compartida por la mayoría de vecinos de la capital cansados de una acampada en pleno centro en la que ya solo permanecen los sectores más radicales de la protesta.

El ayuntamiento ofrece una recompensa a cambio de levantar las tiendas, pero en las últimas 24 horas apenas dos grupos han accedido a hacerlo. El resto sigue con su vida normal en este campamento que logró derrocar a Víctor Yanukovich y que ahora pretende “vigilar de cerca la transición y estar aquí, como mínimo, hasta las elecciones parlamentarias”, aseguran uno tras otro los manifestantes consultados.

Las barricadas siguen bloqueando los accesos a la avenida Kreschatik, eje comercial de Kiev. La firmeza de los grupos más duros de seguir con la protesta sin fecha límite se ha reforzado en con la pérdida de Crimea a manos de Rusia y la situación al este del país ante la inoperancia de las autoridades.

El paso de los meses y la desaparición de escena de Víctor Yanukovich, el gran enemigo común, “ha cambiado la cara de la plaza, yo apenas reconozco el lugar que surgió en noviembre”, lamenta Ruslana Sydorchuk, joven activista que desde el comienzo de la lucha ha tomado parte de una protesta de la que se ha ido distanciando de forma progresiva, como el resto de sus amigos. Su hueco lo llenan a hora personas uniformadas armadas con palos y porras visibles, y muchas con pistolas escondidas bajo las guerreras de color caqui y con las tropas rusas como el nuevo gran enemigo a batir.