DONETSK. A Petro Poroshenko le esperan unos primeros días muy intensos. Nada más cerrarse las urnas en Ucrania –en Donetsk y Lugansk no llegaron ni siquiera a abrirse- las autoridades insurgentes declararon el “estado de guerra” en las provincias separatistas del este de las que exigen la retirada de las fuerzas leales a Kiev. Mientras el empresario del chocolate y ex ministro de Economía de Víctor Yanukovich proclamaba victoria en la capital y adelantaba que no pensaba reconocer la independencia de Crimea, Donetsk y Lugansk rechazaron cualquier opción de acercamiento al nuevo dirigente y enviaron a las milicias al aeropuerto internacional Sergei Prokofiev, que desde esta noche ha suspendido sus operaciones debido a “la presencia de gente armada en las instalaciones”, según el Ministerio del Interior.

El portavoz del parlamento insurgente, Denis Pushilin anunció el “estado de guerra” después de que el ministro de Interior de Ucrania, Arsén Avákov, adelantara que la operación antiterrorista contra los rebeldes se reanudará tras las presidenciales. «Las elecciones han concluido. No han logrado sabotearlas. Hemos ganado. Ahora defenderemos el resultado», escribió Avákov en su cuenta de la red social Facebook.

Un mensaje que contrasta con la realidad sobre el terreno al este del país donde el poder en las calles es de las milicias prorrusas. Kiev fue incapaz de frenar el referéndum independentista del 11 de mayo y, pese a las palabras de Avakov, tampoco garantizó el derecho al voto de los ciudadanos en las presidenciales.