Ali no tenía dudas. Sabía lo que el periodista buscaba en la plaza del Cambio de Saná y como buen fíxer no paró hasta lograr una entrevista con ‘la chica de la tienda’, la mujer que a finales de febrero decidió dejar su hogar y ponerse en la primera línea de la revuelta yemení contra el presidente Alí Abdulá Saleh. La cita era a las diez en punto. Pero tuvimos que esperar casi cuarenta minutos ante la carpa de lona azul porque estaba ocupada con otra entrevista.
La plaza del Cambio de Saná es una especie de Tahrir cairota en miniatura. Tawakul Kerman nació hace 32 años, los mismos que Saleh lleva en el poder y nada más ver en la televisión lo ocurrido en Túnez y Egipto no dudó en echarse a la calle y poner en práctica lo que llevaba predicando en los medios a través de artículos de opinión desde 2007. “Revolución pacífica”, “cambio de sistema”, “fin de la dictadura”… todos los eslóganes de las revoluciones árabes se habían podido leer antes en Yemen gracias a esta activista de los derechos humanos y periodista que pagó la expresión de sus ideas con la cárcel.
Se abre la lona azul y llega nuestro turno. Ali hace las presentaciones. Como buena líder revolucionaria Tawakul no se cansa de repetir sus consignas y pedir el fin del régimen. Cada extranjero es para ella una puerta al mundo, una rendija por la que colar su grito rebelde. Seis meses después me veo recordando aquella entrevista, una de las cientos que hice durante la cobertura yemení, pero la única que hice a una ‘chica de la tienda’ que ahora es Nobel de la Paz. Una sorpresa, desde luego, pero una sorpresa positiva después de los antecedentes del galardón.