RAFAH. Gaza cierra una semana “traumatizada” por la matanza cometida por las fuerzas de Israel lunes en la verja de separación, según el activista e impulsor de la Marcha del Retorno, Ahmed Abu Rteima. Los francotiradores mataron a sesenta personas, entre ellas siete menores, y ya son 114 los muertos y más de 10.000 los heridos desde que arrancaran las movilizaciones el 30 de marzo, según los datos del ministerio de Salud de la Franja. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó el viernes la creación de una comisión internacional para investigar la muerte de palestinos en la frontera de Gaza y el relator especial del organismo internacional para los Derechos Humanos de los Palestinos, el canadiense Michael Lynk, calificó hechos como los del lunes, la jornada más sangrienta desde la guerra de 2014, como “asesinatos deliberados” y “crímenes de guerra”.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Médicos Sin Fronteras (MSF) o Médicos del Mundo (MDM) han puesto en marcha programas de emergencia para ayudar a los miles de heridos, muchos de ellos de bala, e insisten en que la ayuda internacional es imprescindible para que el frágil sistema de Salud gazatí no colapse. Estas son las historias de dos heridos que han sufrido amputaciones y una niña de 14 años muerta en las movilizaciones del lunes, día en el que las protestas se exacerbaron por la apertura de la Embajada de EEUU en Jerusalén.

 

Mohamed Ajouri

16 años. Atleta

“Dicen que todos somos terroristas, pero es mentira”

Copas y medallas se acumulan en la mesilla del cuarto de Mohamed. Este atleta había logrado a sus 16 años ser uno de loso niños más destacados de Gaza en los 400 metros y, sobre todo, en salto de longitud. Ahora se pasa las horas rodeado de sus recuerdos y a la espera de una llamada que le anuncie que puede tener acceso a una prótesis que le ayude a recuperar su ritmo de vida. Su casa está en el campo de refugiados de Yabalia, al norte de la Franja, y en la pared del cuarto suenan los balonazos de los más pequeños del barrio. “Fuimos todos los amigos de la escuela a la protesta en Malaka, llevábamos cebollas para ayudar a soportar el efecto del gas a los que se acercaba a la verja. Israel lanzaba gases y nosotros corríamos a llevar cebollas, pero cuando me di la vuelta para correr de regreso me alcanzaron en la pierna”, recuerda este joven que el curso que viene arranca el décimo grado y ha elegido la opción de Letras.

Cuando le dieron no había ambulancias disponibles así que le evacuaron en una motocicleta hasta el hospital más cercano, pero la herida era muy grave y le tuvieron que derivar a Al Shifa, principal centro de la Franja. Después de más de una semana de operaciones y complicaciones, optaron por la amputación. “Dicen que todos somos terroristas, pero es mentira. Mienten. Los jóvenes de Gaza, aunque las facciones políticas decidan retirarse de la verja, seguiremos protestando porque aquí no hay futuro para nosotros”, apunta con rotundidad Mohamed.

 

Ghassam Al Sheij Jalil, tío de Wisal

Tío de Wisal, niña de 14 años

“¿Qué amenaza representa para su seguridad una niña de 14 años?”

La carita de Wisal está rodeada de banderas amarillas y retratos de Yaser Arafat y Mahmoud Abás. “¿Protestas en manos de Hamás? Nosotros somos una familia de Fatah y es Fatah quien paga este velatorio, no hemos recibido ni un dólar de las autoridades de Gaza”, es el saludo de Ghassem Sheij Jalil, tío de la pequeña Wisal, abatida de dos disparos, uno en la cabeza y otro en la pierna, en la gran protesta que estalló en Gaza el día en el que Estados Unidos inauguró su embajada en Jerusalén. A Wisal le mataron en el campo de refugiados de Al Bureij, donde reside su madre, y era la única de seis hermanos que desde el 30 de marzo acudía puntualmente a las movilizaciones de la Marcha del Retorno.

“Era una niña muy aplicada en la escuela y que soñaba con conocer mundo, viajar y ver nuevos sitios, mejorar lo que tenía aquí en Gaza”, apunta su tío en un velatorio al que se acercan familiares y vecinos de forma constante. Entre los presentes se encuentra Atef Abu Saif, destacado miembro de Fatah y autor de libros como ‘The drone is with me’, prologado por Noam Chomsky, para quien “está claro que Israel nunca ha necesitado excusas para matar palestinos y ahora mata a mujeres, niños y ancianos y ni siquiera se arrepiente lo más mínimo”.

El lunes Israel mató a siete menores palestinos. No son los primeros que mata en estas movilizaciones de la verja de separación y por eso a finales de abril el enviado de la ONU para el proceso de paz en Oriente Medio pidió “la investigación de estas muertes” y calificó de “indignante disparar a menores”.

Sirven café a cada recién llegado. La gente se sienta en las sillas blancas de plástico y comparte un rato con la familia. “Le dispararon porque llevaba una bandera de Palestina. Ella estaba a más de 700 metros de la verja, según nos dijeron los servicios de socorro, pero le dieron dos veces. ¿Qué amenaza puede representar para un ejército como el suyo una niña de 14 años?”, se pregunta su tío. Nadie entre los presentes abre la boca. Silencio.

 

Alaa Al Daly

21 años. Ciclista

“Me robaron la pierna, no el sueño de competir en el extranjero”

No pasa un solo día sin que Alaa saque su bici de competición y la revise. Hace una semana, incluso, volvió a subirse en ella por primera vez desde el 30 de marzo y pedaleó con una sola pierna. “Veo en internet que hay deportistas que compiten con una pierna y yo no pienso abandonar mi sueño de representar a Palestina en una competición internacional, Israel me ha robado la pierna, pero no mi sueño”, afirma este sprínter de Rafah, que se estaba preparando para tomar parte en los Juegos Asiáticos que se disputarán en agosto en Indonesia. Entrenaba una media de 160 kilómetros al día y el primer día de las movilizaciones de la Marcha del Retorno se acercó hasta el lugar de protesta en su bicicleta y como el maillot de su equipo. “Fui para reivindicar mi derecho a volver a las tierras de las que fueron expulsados mis abuelos tras la creación de Israel, pero también para pedir el final del bloqueo”, recuerda mientras muestra en su teléfono las fotografías de su última salida en bici.

Un francotirador le alcanzó en la pierna derecha y “pienso que fue intencionado, sabían quien era y vinieron a por mí porque soy una persona mediática que siempre denuncio ante la prensa local e internacional la dificultad de movimientos que sufrimos los gazatíes, incluidos los deportistas”, apunta Alaa. Le trasladaron al hospital de forma inmediata y debido a la gravedad de la herida los médicos pidieron una evacuación urgente para intentar salvar su pierna y su carrera, “pero esos primeros días Israel no permitió la evacuación de heridos y una semana después me tuvieron que amputar la pierna”, sentencia con el rostro muy serio, pero sin perder la esperanza de volver a competir porque “ahora en países como España, Alemania o Francia hay grandes profesionales en el mundo de las prótesis y seguro que alguna puede llegar a Gaza”.

Un mes después después de su amputación, el Giro salió de Jerusalén y siguió la Gran Partenza por televisión y con indignación porque “a ellos no les interesa el ciclismo, era pura propaganda”. Alaa se declara seguidor de corredores como Marc Cavendish y aunque su cuerpo se pasa ahora la mayor parte del día en una cama, su cabeza está en las carreteras de Gaza que tantas veces ha recorrido.