DATOS DEL VUELO: Trayecto: Kabul-Dubai / Compañía: flydubai
Aeronave: Boeing 737 / Asiento: 7D / Precio: 187 USD / Duración: 2h50min
KABUL. Traje de la marca Zara Man de pana negra y con la etiqueta muy visible en los puños. Camisa rosa y una barba perfilada que marca una cara oronda. Anillo de oro en la mano izquierda y unos ojos que miran con ilusión el futuro. Mohamed vuela a Dubai, su primera escala en un largo viaje a Sidney donde se juntará con su esposa, que estudia allí. Su vida, como la de miles de afganos, está marcada por el exilio. Primero en Pakistán durante 12 años –durante la época talibán- y luego en la India donde hizo un curso de tres años de Informática. Regresó a Kabul e inició los estudios de Farmacia que ahora aspira a continuar en Australia. “Me voy pero volveré dentro de unos diez años. Quiero trabajar para mi país, pero ahora mismo no se dan las condiciones mínimas. La única forma de ganar dinero es trabajando para el gobierno en puestos altos”, opina.
Avión de Kam Air en la pista de Herat.
Su padre es un alto funcionario del ministerio de Minas y supervisa el macro proyecto chino en Ainak, tres horas al norte de Kabul. Mientras la comunidad internacional marca 2014 como su fecha de salida “los chinos tienen ahora 300 personas en la mina de cobre y en dos años esperan llegar a los 3.000”, destaca el joven farmacéutico que está seguro de “los pactos entre chinos y comandantes talibanes locales. Ellos piden y los chinos pagan lo que sea necesario a cambio de seguridad”. Una técnica extendida en el actual Afganistán donde bajo el paraguas del nombre de la insurgencia se refugian incontables grupos cada uno con un radio de acción determinado.
Australia no le pone problemas con el visado porque se trata de una reagrupación familiar. Su hermano también está fuera del país estudiando en Japón. “Algún día volveremos a trabajar por nuestros país, cuando tengamos buenos conocimientos y seamos capaces de llevar la modernidad”, repite en voz alta como intentando convencerse a sí mismo, pero en el fondo sabe que su sitio está fuera.
La tripulación pasa con el carrito de la comida, que como buena línea de bajo coste es de pago. Según han informado en el momento del embarque el personal habla árabe, inglés y búlgaro. Nada más concluir el embarque una azafata morena, con gafas y piel muy blanca ha tenido que pedir a un funcionario del aeropuerto que se dirigiera en dari al pasaje para pedir que nadie usara los teléfonos móviles. Afganistán es tierra de costumbres y subirse a un avión y ponerse a hablar por el teléfono es una de las más arraigadas. Otra consiste en levantarse de los asientos y ponerse en el pasillo en fila para salir cuanto antes apenas el aparato toma tierra. Mohamed pide unas patatas fritas, una bebida energética y un sándwich de pollo. Le quedan una escala de cuatro horas y un segundo tramo de quince horas de vuelo a bordo de Emirates. Como buen afgano, habla de política. Sus sentimientos sobre el presidente Hamid Karzai son contradictorios. “Es el mal menor si lo comparamos con la gente que le rodea. En 2014 se acaba su mandato y hay rumores que apuntan a que tiene previsto quedarse en el poder. Su táctica será la siguiente, se dirigirá al país para declarar que con la salida de la OTAN no hay presupuesto suficiente para organizar los comicios y por tanto se quedará al menos cinco años más hasta que las cosas se estabilicen”, piensa Mohamed, que cada poco tiempo mira a su Bulgari de imitación e informa del tiempo que queda para la llegada a Emiratos Árabes Unidos.
“Este es un buen avión, una buena compañía”, exclama mientras lee la revista del Duty Free que se llama flydubaishop y que contiene lo habitual: colonias, estilográficas, bisutería y relojes. En Afganistán hay tres compañías que vuelan a Dubai, el destino más solicitado. Ariana, la aerolínea nacional afgana cuyos aviones son de color blanco y azul: Kam Air, propiedad del empresario de Mazar e Sharif Zamari Kamgar y con aviones de color naranja y blancos; y Safi, la última en sumarse al mercado, negocio del grupo empresarial kandaharí Alokozai y con aviones de colores grises y azules. En el camino se ha quedado Pamir, que durante unos meses revolucionó el mercado aeronáutico local con vuelos diarios a las ciudades más importantes a precios muy bajos.
El viaje toca a su fin y Mohamed se calza sus botines de cuero negro acabados en punta. Buena suerte.