DAMASCO. Llegó en los años sesenta a Oriente Medio como misionero y ha estado destinado en Israel y los Territorios Palestinos, Egipto y Siria, donde vive desde 1992. Romualdo Fernández (Zamora, 76 años) es responsable de la Custodia Franciscana en Damasco y su convento está situado muy cerca de Bab Touma, lugar donde explotó el primer coche bomba que golpea la Ciudad Vieja de Damasco, “un lugar que es un símbolo para toda la comunidad cristiana”, lamenta unas horas después del ataque. Autor de varios libros sobre arqueología cristiana bizantina lamenta que “Siria ya nunca volverá a ser lo que era”. En su convento han acogido a doce familias que lo perdieron todo en Homs y teme que la crisis obligue a un éxodo masivo de cristianos como el vivido en Irak.

 -¿Cuál piensa que era el objetivo del coche bomba?

-Aunque ha explotado cerca de la comisaría, yo lo interpreto como un ataque directo a la comunidad cristiana porque el ataque se ha producido en un lugar que es el símbolo del Damasco cristiano. Algo nuevo en la capital, pero no en Alepo donde ya han expulsado a miles de los nuestros, una situación que me recuerda a la vivida en Irak.

 -¿Se sienten perseguidos?

-La violencia de ambos bandos obliga a los civiles, cristianos o no, a abandonar sus casas. Como Iglesia nuestra orden es no incensar al Gobierno, ni exasperar a la oposición. Las dos partes parecían respetarnos, pero lo de hoy tiene complicada justificación.

 -¿Teme el auge de la presencia de grupos yihadistas entre la oposición?

-Me llama la atención que a Occidente se le llena la boca hablando de democracia y derechos humanos, pero después respalda la llegada de combatientes de Túnez, Egipto, Libia… Hay que conocer mejor las causas de todo este levantamiento antes de implicarse.

 -¿Confía en el trabajo de Lajdar Brahimi para lograr el alto el fuego?

-La ONU no ha hecho nada hasta ahora. La oportunidad para el diálogo se perdió en febrero, cuando el Gobierno organizó el referéndum constitucional, entonces aun había esperanza para un acuerdo. Ahora es tarde porque ya hay demasiados muertos. En vez de armas y dinero, Occidente tendría que haber obligado a los opositores a sentarse en la mesa con las autoridades.

 -Después de toda una vida en la región, ¿teme que el conflicto se extienda a otros países?

-Ya se ha extendido, estamos ante una guerra de religión entre suníes y chiíes.

 -¿Es Siria un tablero para resolver las diferencias regionales?

-Países como Turquía, controlado por los Hermanos Musulmanes, tienen intereses económicos y religiosos para debilitar a Siria y por eso es la auténtica retaguardia de los rebeldes armados, pero a quien más le interesa esta situación es a Israel. El estado judío siempre ha soñado con estar rodeado de países débiles y para ese objetivo es perfecta la división de Siria en zonas confesionales. Israel quiere vecinos menores y sin demasiado armamento.