DAMASCO. Lajdar Brahimi salió sin hacer ruido. El enviado especial de la ONU y la Liga Árabe abandonó el hotel rumbo al aeropuerto sin hacer declaraciones mientras en las radios sirias se anunciaba una amnistía general “sin precedentes en la historia” del país. De sus encuentros de los últimos cuatro días sólo ha trascendido su “propuesta personal” de una “tregua unilateral” a cada bando, ni una mención a la supuesta intención del organismo internacional de desplegar una nueva misión de observadores. Brahimi viajó a Damasco con el objetivo de alcanzar acuerdos para decretar un alto el fuego el viernes, primer día del Eid (fiesta del Sacrificio), pero la tregua ha quedado en el aire porque las dos partes exigen unas garantías previas que de momento no se respetan.

A falta de alto el fuego, Bashar Al Assad quiso tener un gesto de buena voluntad y decretó una amnistía general para los delitos cometidos hasta ayer. El decreto presidencial conmuta la pena de muerte por la cadena perpetua y la prisión indefinida por una pena de veinte años, pero “la gran novedad radica en que las autoridades perdonan a aquellos que huyeron por no cumplir el servicio militar obligatorio y también a los desertores que se quedaron en sus casas cuando se fueron de permiso”, asegura un funcionario del régimen, que matiza que “los que han empuñado un arma contra las autoridades, han cometido actos terroristas u otros delitos de sangre no podrán acogerse a la medida de gracia”. El servicio militar es obligatorio y sagrado en Siria y la duración oficial hasta el estallido de la revuelta era de dieciocho meses. Desde comienzos de año, sin embargo, no se ha desmovilizado a nadie debido a las necesidades de las fuerzas armadas que son las que llevan el peso de la lucha contra los grupos opositores armados. El tema del servicio era un tabú y hasta los tradicionales sobornos que permitían a un joven librarse de acudir a filas habían dejado de servir desde el inicio de la crisis.

El ministro de Justicia, Najm Ahmad al-Ahmad, calificó la medida de “inclusiva” y la enmarcó “dentro de la fiesta del Eid y de las medidas aperturistas prometidas por el presidente para alcanzar la unidad nacional”. Una “mentira más para ganar tiempo de cara a la comunidad internacional”, según activistas consultados que solicitan ayuda urgente para las ciudades del cinturón de Damasco sometidas a “bombardeos injustificables y el pillaje de los soldados”.