HEBRÓN. El estadio Hussein ben Ali  colgó el cartel de “No hay billetes”, pero donde caben 5.000 asistentes, caben 7.000, así que cuando el balón empezó a rodar seguía entrando gente para desesperación de la Policía que se vio obligada a cargar en algunos accesos. Las dos gradas, una lateral y otra detrás de una portería, estaban teñidas de los colores rojo, del Ahly de Hebrón, y verde, del Ittihad de Shuyaiya, equipo del barrio gazatí más castigado en la última ofensiva militar israelí. El partido de vuelta de la Copa de Palestina no defraudó a los aficionados, tras empatar a a cero en la Franja, los dos equipos jugaron la vuelta de forma intensa para alzar un trofeo que llevaba quince años huérfano, el tiempo que ha necesitado Israel para permitir el libre movimientos de equipos palestinos entre Gaza y Cisjordania. Al final, un gol de falta directa de Ahmad Maher en el minuto 93 puso el 2 a 1 en el marcador y dio la victoria a los locales. El trofeo se quedó en Hebrón.

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Los políticos de Gaza y Cisjordania insistían en “el valor histórico” del partido por encima del resultado, “pero en la cancha no es así y los dos equipos jugamos a tope porque sabíamos que quizás necesitaremos otros quince años para ganar este campeonato, todo depende de la situación política con Israel”, confiesa Roberto Kettlun, conocido como Peto, medio centro de origen chileno italiano de 34 años recién fichado por el Ahly. Peto, que no llegó a saltar al campo por decisión técnica, piensa que “debimos cerrar el resultado mucho antes, pero nos pudieron los nervios cuando nos empataron y hubo que esperar a una genialidad hasta el último instante”. La fiesta del equipo colorado se alargó hasta las cuatro de la mañana entre Hebrón y Belén, y apenas tuvieron unas horas para recuperarse antes de acudir a Ramala para la recepción oficial del presidente, Mahmoud Abás. El equipo campeón se llevó 27.000 euros y el subcampeón 15.000, “cantidades importantes para el dinero que se maneja en este fútbol”, confiesa Peto. El Ahly ganó además el pase a la AFC Cup, el equivalente a la Europa League en Asia.

Denuncia ante la FIFA

Gonzalo Boye no estuvo en el campo, pero el abogado chileno, asesor de la Federación Palestina de Fútbol, siguió muy de cerca un partido que “es una de las consecuencias directas de lo conseguido en Zurich a finales de mayo en el Congreso de la FIFA, pero los inconvenientes, trabas y retrasos padecidos tanto en el partido de ida como en el de vuelta demuestran lo mucho que falta por avanzar y que Israel sigue saltándose las normas FIFA y engañándola sobre elementos esenciales de nuestras denuncias”. En mayo los palestinos estuvieron a punto de pedir al organismo internacional la suspensión de Israel de todas las competiciones, pero finalmente no lo hicieron a cambio de la creación de un Comité que se encargará de velar por la normalización del fútbol palestino y de que la federación israelí respete las normas FIFA.

Durante noventa minutos el balón eclipsó a todos esos problemas a los que se refiere Boye y que estuvieron a punto de obligar a cancelar la final ya que Israel se negó en un primer momento a que cuatro jugadores gazatíes cruzaran la frontera. El club y la federación palestina se plantaron hasta que finalmente lograron la luz verde de la seguridad israelí, que incluso les permitió una rápida visita a Jerusalén para rezar en la Explanada de las Mezquitas, algo imposible para la inmensa mayoría de gazatíes aunque solo vivan a una hora coche de la Ciudad Santa.

Enfrentamiento político

Además del plano deportivo, algunos aficionados vivieron el partido en clave política como un enfrentamiento entre un equipo de Gaza, donde gobierna Hamás, jugando en Cisjordania, bajo control de Fatah, pero en una ciudad como Hebrón donde los islamistas son la principal fuerza. Esta mezcla se tradujo en una grada dividida en la que los aficionados del Ahly compartieron griterío con un triple rival, el puñado de gazatíes que acompañó al Ittihad de Shuyaiya, los aficionados del Sabab Al Khalil, el otro gran equipo rival de Hebrón, y los partidarios de Hamás que, con banderas verdes, muy pocas, apoyaron al equipo de Gaza por simpatía política.