El 14 de junio de 2008 pasadas las diez de la mañana se produjo una fuerte explosión en la prisión central de Kandahar. En pocos minutos cerca de mil reclusos lograron huir gracias a la acción de los talibanes que lograban de esta manera liberar a muchos de sus compañeros de lucha. De esta fuga olvidada en el cúmulo de despropósitos de la misión internacional en Afganistán pudo beneficiarse un joven de 19 años, de origen francés, que había sido detenido un año antes y enviado a prisión bajo la acusación de preparar atentados con artefactos explosivos improvisados. Los medios afganos han escarbado en la figura del Mohamed Merah, el joven de raíces argelinas que asesinó a siete personas en Toulouse y acabó siendo abatido por las fuerzas especiales tras más de treinta horas de asedio, y piensan que estaba en Kandahar en el momento de la fuga masiva de la prisión, aunque no aportan pruebas consistentes.
El coronel Ghulam Farooq declaró a la agencia Pajhwok que “Merah fue condenado a tres años”, aunque otras fuentes como el portavoz del gobernador, Zalmay Ayubi, desmienten este extremo y aseguran que “no figura ningún Merah entre los 904 presos huidos”, entre ellos 400 talibanes. El coronel, sin embargo, insiste en la presencia del joven aunque reconoce que en los archivos de la penitenciaría “no figura si era francés o afgano”.
Hay confusión en torno a las fechas de su viaje al país asiático y algunos hablan de la detención en 2003 y su fuga en 2004, lo que supondría que Merah contaba apenas con 15 años, algo muy poco creíble además porque la gran huida de Kandahar no se produjo hasta 2008.