EL CAIRO. La hoja de ruta impuesta por los militares tras el golpe que acabó con la presidencia de Mohamed Mursi el 3 de julio avanza de acuerdo a lo previsto. Dentro de 24 horas los colegios de Egipto abrirán sus puertas para que los ciudadanos voten durante dos días una nueva Constitución, una cita que las autoridades interinas y los medios de comunicación han convertido en una batalla más de la “guerra contra el terror” que el país libra contra los Hermanos Musulmanes. Más que un referéndum la votación que se celebrará durante los próximos dos días es un plebiscito sobre la figura del general Abdul Fatah Al Sisi, auténtico hombre fuerte del país, que pide un “sí” masivo que legitime a las autoridades interinas y allane su camino a una presidencia a la que optará “si el pueblo lo pide”, según sus propias palabras. La misma fórmula que empleó para justificar el golpe contra el presidente Mursi tras las protestas masivas de finales de junio.
Los Hermanos Musulmanes, vencedores de todos los procesos electorales celebrados tras la caída de Hosni Mubarak hasta su ilegalización, llaman al boicot y grupos que participaron en la revolución de 2011 como el ‘6 de Abril’ piden a los egipcios que digan ‘no’ a un texto que apenas introduce variaciones respecto al aprobado también en referéndum en diciembre bajo el mandato de Mohamed Mursi. Son dos de las escasas voces discrepantes que no se escuchan en unas calles donde la única campaña permitida es la que apuesta por la aprobación de la Constitución. A diferencia de lo ocurrido en el anterior referéndum, no hay debate posible porque votar ‘no’ supone alinearse del lado de los “terroristas”.
En un país en el que durante los dos años posteriores al final de la dictadura las calles se convirtieron en parlamentos al aire libre tampoco se discute sobre la declaración del presidente interino, Adli Mansour, sobre los “plenos poderes” que ostentará el próximo presidente para hacer frente al “ataque feroz” que sufre el país. Un anuncio que los ciudadanos vinculan con las intenciones de Al Sisi de dirigir el país tras las elecciones generales que se celebrarán una vez aprobado el texto constitucional. Una aprobación que nadie pone en duda y que muchos piensan arrojará un porcentaje de apoyo escandaloso, similar a los que se producían en la época de Hosni Mubarak.