GAZA. Ahed Sultan acaba de llegar de Beit Lahia, al norte de Gaza. Después de “una noche de infierno, con bombas cayendo cada diez minutos, sin agua, luz ni cobertura de teléfono” ha cogido un trapo blanco en la mano y ha salido a la carretera principal para llegar cuanto antes a la escuela de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en el campo de refugiados de Palm Beach, en el centro de la Ciudad de Gaza. Ahed necesita un lugar para que los treinta miembros de su familia estén a salvo de una incursión terrestre israelí que de momento se traduce en operaciones puntuales en zonas vecinas a la frontera con el objetivo principal de acabar con los túneles de las milicias palestinas.

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La “ampliación” de la operación ‘Margen protector’ ordenada por el primer ministro Benyamin Netanyahu el jueves a las diez de la noche dejó en sus primeras 24 horas al menos 36 palestinos y un soldado israelí muertos. El Ejército realizó un triple ataque por el noreste, centro y sur de la Franja. En Beit Hanun y Zeitun los tanques cruzaron la frontera, pero no mucho más allá de la zona de exclusión, al este de Jan Yunis la presencia fue más duradera y donde mayores problemas tuvieron los israelíes fue en Rafah, según fuentes de seguridad de un organismo internacional consultadas en la Franja. El Ejército aseguró haber matado a diecisiete milicianos y capturado a otros trece en la primera jornada de incursiones por tierra en la que lograron acabar con 21 lanzaderas de cohetes e inutilizar cuatro túneles.

En un intento de justificar la nueva estrategia, Netanyahu reconoció que “no es posible solucionar el problema de los túneles desde el aire únicamente” y por eso a partir de ahora “nuestros soldados hacen también eso en el terreno”. Aunque el dirigente israelí dejó claro que incluso el asalto terrestre no es «una garantía de éxito al cien por cien”. Las milicias palestinas han lanzado más de 1.400 cohetes desde el inicio de la ofensiva israelí, que han matado a una persona en un ataque que se produjo en el puesto fronterizo de Erez.

Doble de desplazados

Los miembros de la familia Sultan son parte de los 23.000 palestinos que dejaron sus casas en busca de protección bajo la bandera azul de la ONU y el número total de desplazados por la operación ya es de 45.000 personas, según los datos del organismo internacional que ahora se prepara para una nueva oleada de refugiados en Rafah, zona en la que parece que el Ejército podría centrar sus esfuerzos tras el descubrimiento de una serie de túneles en las proximidades del aeropuerto, al este de la ciudad fronteriza con Egipto. Anoche los vecinos de la zona recibieron los mensajes israelíes pidiéndoles que salieran de sus casas, un procedimiento similar al que se llevó a cabo al noreste de la Franja.

En el colegio de Palm Beach la llegada de familias es incesante. La gente llega muy asustada porque “ha sido mucho más duro que en 2012, disparaban contra todo. Primero desde el mar, luego desde el aire y finalmente los tanques, era una ratonera”, confiesa Marwan Ashaf. Asegura no haber visto de cerca soldados o tanques porque “no tenía valor de asomarme a la ventana, ha sido horrible”. Marwan perdió una pierna en un bombardeo de la operación ‘Plomo fundido’ (2008-09) cuando fue alcanzado mientras escapaba de casa con su hijo de tres años en brazos en unas circunstancias similares a las de ahora. El pequeño murió a causa de las heridas sufridas.

La violencia eclipsa el proceso negociador que lleva abierto varios días a través de Egipto y se erige como un factor clave de presión para un alto el fuego. Según la agencia Mena el ministro egipcio de Exteriores, Sameh Shukri, conversó con sus homólogos de Arabia Saudí, Emiratos, Jordania y Estados Unidos para intentar frenar la escalada de la violencia. El portavoz de Hamás, Sami Abu Zuhri insistió en la condición del levantamiento del bloqueo como punto indispensable en cualquier acuerdo y aseguró que “Netanyahu está matando a nuestros niños y lo pagará caro. No nos asusta la invasión terrestre porque el Ejército ocupante se hundirá en el barro de Gaza”.

El discurso férreo de los portavoces islamistas llevó a muchas personas a permanecer en sus casas hasta el último momento pese a los avisos de evacuación por parte de Israel. Yousef Ashad es uno de los que más ha aguantado antes de acudir a un colegio de la UNRWA y afirma que “si hemos estado todo esto tiempo en casa es porque la resistencia está muy fuerte, los israelíes apenas han penetrado unos cientos de metros, nada más, y eso es porque tienen respeto a su enemigo”. Ahora ya no está en la línea del frente sino bajo la bandera azul de la ONU que, hasta el momento, es garantía de seguridad en Gaza.

*Crónica publicada en los diarios de Vocento el 19-07-2014