La crisis diplomática entre Catar y Arabia Saudí llama a las puertas de la cadena Al Jazeera, plataforma mediática catarí cuyos servicios informativos compiten cara a cara con grandes cadenas mundiales como BBC o CNN y a la que ahora sus detractores del Golfo acusan de “ayudar a promover el terrorismo”. Cuando el 5 de junio estalló la crisis entre las dos petromonarquías, que ha acabado con el aislamiento del pequeño reino,
Sultan Al Qassemi, conocido analista del Golfo, vaticinó que “el primer gesto de buenas intenciones del Emir de Catar podría ser el cierre de toda la red de Al Jazeera, algo que puede producirse en cuestión de meses o semanas”. Desde entonces, se ha ordenado el cierre de las oficinas de la cadena en Riad y Ammán e Israel es el último país de la región en plantearse esta medida. El estado judío, alineado con el bloque regional que lidera Arabia Saudí, “al igual que los países árabes, ve en Al Jazeera un peligro, un organismo mediático similar a aquellos de la Alemania nazi”, denunció el ministro de Defensa, Avigdor Liberman, y la oficina del primer ministro ha comenzado a analizar el asunto.
“Al Jazeera es un asunto interno que no pensamos discutir con los países que nos han impuesto el bloqueo”, señaló el ministro de Exteriores catarí, Sheikh Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, que insistió en que el problema con su país “no se debe a Al Jazeera o Irán, realmente no sabemos los motivos y deseamos sentarnos a negociar y abordar todo lo relacionado con la seguridad del Golfo”. Hasta que lo consigan seguirán bloqueados por Arabia Saudí, Bahrein, Egipto o Emiratos Árabes Unidos.
Se cumplen 21 años desde la primera emisión de esta cadena que tiene su sede central en Doha y que ha logrado situar a Catar en el mapa internacional. El entonces Emir Hamad Bin Khalifa Al Thani decidió financiar un proyecto informativo dirigido al mundo árabe y dos décadas después cuenta con más de setenta delegaciones para sus canales en árabe e inglés. Los periodistas que pusieron en marcha la cadena llegaron del servicio en árabe de BBC, que fue cerrado al poco tiempo de estrenarse, y Al Jazeera se los llevó hasta Doha para comenzar a trabajar. Ahora la crisis la debe gestionar Tamim bin Hamad al Thani, emir desde 2013 y uno de los grandes impulsores del Mundial de Fútbol que se celebrará en este pequeño país de apenas 2 millones de habitantes en 2022.
Oficinas atacadas por EEUU
Dinero catarí, profesionales formados por BBC y, según su decálogo, “imparcialidad” son los condimentos de una fórmula que además de televisión en árabe e inglés, abarca también Internet. La guerra de Afganistán de 2001 fue la que hizo mundialmente famosa a Al Jazeera ya que disponía de una oficina en el Kabul de los talibanes y su periodista estrella, Tayseer Alouni, llegó a entrevistar a Osama Bin Laden. Sus dependencias en Kabul fueron bombardeadas por las fuerzas aliadas en 2001, lo mismo que le ocurriría en Bagdad en 2003. Sus reportajes e informaciones les valieron, primero, el enfado del régimen de Sadam Husein, que les acusó de pro-estadounidenses y cerró la oficina y, tras la invasión, los estadounidenses fueron más lejos y bombardearon su delegación.
El siguiente momento clave para la cadena fueron las revueltas de la conocida como “primavera árabe”, en las que los cataríes “dejaron al descubierto su agenda y el periodismo quedó eclipsado por la línea editorial”, lamenta una profesional palestina con larga trayectoria en la cadena, que pide mantener el anonimato. Piensa que “Al Jazeera sobrevivirá a esta crisis porque es un medio de referencia mundial, aunque tendrá que cambiar el tono, sobre todo en el canal árabe, muy distinto al internacional”.
*Artículo publicado en los diarios de Vocento el 13 de junio de 2017.