DAMASCO. Estados Unidos y Rusia, copresidentes del Grupo Internacional de Apoyo a Siria (ISSG, por sus siglas en inglés), volvieron a acordar un alto el fuego para Siria y esperan que entre en vigor el sábado. Las dos potencias trasladaron el texto al Gobierno sirio y a las fuerzas opositoras y les piden que muestren su “compromiso y aceptación de los términos” antes del viernes al mediodía. El documento publicado por estadounidenses y rusos subraya que “el cese de hostilidades a nivel nacional se aplicará a cualquier parte actualmente implicada en las hostilidades militares o paramilitares contra cualquier parte que no sean Estado Islámico, el Frente al Nusra (brazo de Al Qaeda en Siria)”, las dos organizaciones consideradas como terroristas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Es el segundo intento de Moscú y Washington después del alto el fuego que anunciaron en la cumbre de Munich del 12 de febrero y que una semana después no entró en vigor tal y como habían previsto.

Sobre el terreno, el reloj avanza, la guerra no se detiene y los sirios vieron como la cifra de muertos por la oleada de ataques suicidas del EI el domingo en Homs y Damasco superó los 170. Millones de personas que han tenido que huir de sus casas por los combates sueñan con el alto el fuego para poder regresar.  El conflicto deja ya 4,5 millones de refugiados y 6,5 millones de desplazados internos.
No hacen falta más que unos minutos en coche desde el centro de Damasco para pasar de la aparente normalidad, a la destrucción. De los atascos de tráfico ocasionados por los puestos de control, a barrios enteros semidesiertos. Qadam, al sur de la capital, fue uno de los primeros barrios en levantarse contra el Gobierno en 2011 y después de cinco años de combates abiertos, bombardeos y cerco militar, en noviembre aceptó adherirse a la oferta de reconciliación planteada por el Gobierno. A la espera de ver en qué se concreta el nuevo intento de rusos y estadounidenses, hasta ahora en Siria los únicos acuerdos de cese de las hostilidades que han funcionado han sido los que se han hecho barrio a barrio, grupo armado a grupo armado. A grandes rasgos los milicianos de la oposición entregan sus armas o son trasladados a provincias como Idlib, en manos del Frente Al Nusra, si quieren seguir combatiendo, y a cambio el Ejército suspende sus operaciones y bombardeos y se comienza la reconstrucción para que vuelvan los civiles.

En 2011, la mezquita blanca de Qadam era epicentro de protestas multitudinarias cada viernes. “Los mismos que pedían la cabeza del presidente, ahora suplican que vuelva el Ejército y quieren que todo vuelva a ser como hace cinco años”, comenta con sorna el militar responsable de acompañar al periodista en su visita a un barrio al que desde hace cuatro meses pueden volver los vecinos. Funcionarios del ayuntamiento trabajan en la reparación del tendido eléctrico y del saneamiento y se han retirado los escombros de las vías principales… pero los esqueletos calcinados de bloques de viviendas, las casas totalmente derrumbadas y las persianas metálicas reventadas de los comercios forman parte del nuevo paisaje que se encuentran quienes optan por volver.

Quien tiene suerte encuentra su edificio en pie. Es el caso de Husbagh Fadloul, antiguo dueño de un supermercado que después de cuatro años “no sabía nada de mi casa. Este bloque es toda mi familia y hay algunos pisos mejor que otros, pero calculo que hasta el verano no habrá ninguno habitable”. Habla mientras muestra un primer piso saqueado y sin puertas ni ventanas, y un segundo totalmente calcinado. En una tercera vivienda han tenido más suerte y solo ha sido saqueada, así que ya han empezado a pintar y reparar la electricidad.

Edificios “dinamitados”
Cuando se pregunta a cualquiera de los militares desplegados en la zona por el gran número de edificios derribados, en los que solo se ve el tejado a ras de suelo y se adivinan debajo las diferentes plantas como un milhojas de cemento, aseguran que “fueron los propios terroristas los que los dinamitaron porque eran viviendas de gente vinculada al Gobierno o a la seguridad”. Imposible saber lo que ha pasado en estas calles en los últimos cuatro años.

Las condiciones de vida son duras. Sin agua ni electricidad, sin comercios… “la gente espera a que se reabran las escuelas y a que llegue el verano, seguro que entonces vuelven muchos más. Lo importante es la seguridad, que haya seguridad y que se acaben los combates, esa es la clave para que podamos volver”, confiesa Husein Gadua, que ha regresado con sus dos hijos.

Los presidentes Vladimir Putin y Barack Obama hablaron por teléfono del alto el fuego previsto para el sábado, según anunció la Casa Blanca. Nadie espera más que los sirios que se cumpla el plan de las dos grandes potencias para que casos como el de Qadam se extiendan por todo el país. En cuanto callan las armas, regresa la vida.