TEHERÁN. Sesenta periodistas de todo el mundo citados a las nueve de la mañana a las puertas del hotel Laleh de Teherán. “Vamos a un lugar del que nunca no se abren las puertas porque es un tema muy delicado, el centro espacial Alborz desde donde se controla nuestro satélite”, informa un funcionario del ministerio de Cultura y Guía Islámica que acompaña al grupo de reporteros acreditados en la república islámica con motivo de las elecciones parlamentarias. Tras dejar atrás el caos circulatorio de Teherán el vehículo pone rumbo al oeste y una hora después, pasado Karaj, cruza la puerta metálica de acceso al centro espacial.
El comité de recepción, jóvenes vestidos con camisa y pantalones de color azul marino y con la bandera de Irán en la manga, dirige a la comitiva hasta una sala con cuatro ordenadores donde trabaja un grupo de compañeros. “Esta es la sala de control, donde recibimos las imágenes de nuestro satélite en órbita y vigilamos su comportamiento”, aseguran antes de indicar con rapidez la puerta de salida y poner rumbo a un salón de actos donde espera una presentación de Power Point con las especificaciones técnicas del ‘Navid’ bajo una sintonía que repite “el pueblo iraní está orgulloso de sus avances tecnológicos”.
“Por favor, no pongan mi nombre y no me graben que no quiero acabar como los científicos nucleares y ser la próxima víctima de un atentado”, bromea el traductor antes de cerrar la palabra a Mojtaba Sohradegi, responsable del proyecto del satélite, que anuncia “dos nuevos lanzamientos para los próximos seis meses”. La prensa internacional pregunta y pregunta sobre los posibles usos militares de estos avances, pero Mojtaba responde y responde que se trata de “un programa con fines civiles, sólo sacamos fotografías y de nuestro país, nada más”. Un discurso similar al del programa nuclear, pero que tampoco tranquiliza a la comunidad internacional que en este caso teme que le permita desarrollar misiles balísticos –los que usa para poner los satélites en órbita- capaces de llevar cabezas nucleares. Irán lazó su primer satélite en 2009 y es uno de los diez países del mundo con esta capacidad, “con la diferencia de que aquí todo se ha hecho en el propio país”, matiza Mojtaba, que destaca la cooperación entre los centros universitarios y la agencia espacial.