TEHERÁN. La sala de espera de la unidad de rayos gamma del hospital Jam de Teherán recupera su aspecto habitual. “El avión de Estambul no voló ayer por problemas meteorológicos y no pudimos recibir los generadores de MO-99 (Molibdeno-99) de los que obtenemos el TC-99 (Tecnecio) básico para la diagnosis de casos cáncer, por ejemplo”, lamenta el doctor Reza Valy que tuvo que dejar de atender a 33 pacientes por la falta de radioisótopos. El mismo problema afectó a los otros 130 centros de medicina nuclear de Irán, la mitad de ellos situados en Teherán, que desde 2008 viven pendientes de un abastecimiento del que el Organismo de Irán de Energía Atómica es el máximo responsable, pero cuyo reparto realizan empresas privadas como Quimia Pakhs bajo la supervisión del ministerio de Sanidad.
“Hasta hace dos años todo el tecnecio que consumíamos era fabricado en Iran, luego parece que empezaron los problemas de combustible del reactor y ahora sólo producen semanas alternas”, lamenta el doctor Valy, que lleva cuatro años al frente de esta sección de rayos gamma, un tipo de radiación electromagnética que se utiliza para la detección de un amplio espectro de enfermedades.
Los enfermos que acuden a este centro privado esperan su turno viendo las noticias en dos televisores de plasma. Acuden hasta el hospital para tener un diagnóstico de sus dolencias y no quieren ni oír hablar de las dificultades generadas por las sanciones internacionales. “No sé nada de política, he venido aquí para curarme y es en lo único que pienso”, afirma Mohamed Shahriari, que hace un mes sufrió un infarto. “¿Qué tiene que ver esto con el tema nuclear?”, responde otra anciana antes de pasar a la sala de rayos gamma.
Además de la falta de radioisótopos, los centros iraníes de medicina nuclear también tienen dificultades a la hora de importar maquinaria. “Se trata de componentes como escáneres cuyo único uso posible es el sanitario. Algunas grandes marcas debido a las presiones de sus gobiernos se niegan a vender a Irán y hay que buscar alternativas”, asegura el doctor Valy. En otras ocasiones los acuerdos de venta son posibles, pero las entregas se demoran hasta un año debido a la burocracia y a la cadena de intermediarios que se encargan de las transacciones. Como en el resto de sectores y pese a las restricciones internacionales, Turquía y Dubai se han convertido en los auténticas puertos de entrada de todo tipo de productos a la república islámica.
Carrera nuclear con fines civiles
Irán defiende el carácter civil de su carrera nuclear en cada cumbre con los responsables del conocido como ‘grupo del 5+1’, formado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (EE.UU, Francia, China, Rusia y Reino Unido) y Alemania, pero las potencias occidentales no confían en sus intenciones y temen que la república islámica quiera armarse con la bomba atómica. Desde 2005 el país asiático sufre cuatro rondas de sanciones y pese al discurso oficial de la capacidad de autoabastecimiento, Irán se ve obligado a importar generadores de radioisótopos para poder atender a sus enfermos.
El reactor médico de Teheran, instalado por científicos estadounidenses en la época del Shá no dispone de combustible suficiente para los 365 días del año. Una situación que podría cambiar en el futuro próximo ya que, como anunciaron las autoridades a comienzos de este mes, los científicos iraníes han logrado completar el ciclo de la fabricación de combustible gracias a su nueva capacidad de producir polvo de óxido de uranio concentrado, conocido como ‘yellow cake’ (torta amarilla). Irán trabaja contra el reloj en la planta de Isfahán donde será procesado para convertirlo en hexafluoruro de uranio (UF6), un gas vital en el proceso de enriquecimiento de combustible para el reactor de uso civil.
“Esta situación afecta directamente a los pacientes. Occidente trata de castigar al Gobierno, pero somos nosotros los que nos llevamos la peor parte”, aseguran los responsables del hospital Jam. Junto al uso terapéutico, la república islámica espera que el reactor de Busher genere pronto electricidad. También se ensaya en el centro SSDL de Karaj, ciudad dormitorio de Teherán, las aplicaciones de la energía atómica en la agricultura.