TEL AVIV. “¿La sede de Yesh Atid? Lo siento, no tengo ni idea”, en la peluquería de la planta baja del 157 de la calle Ygal Alon de Tel Aviv no saben que la oficina de la segunda fuerza más votada en las últimas elecciones, con diecinueve escaños, está justo sobre sus cabezas. Se entra por un lateral del edificio y tras subir apenas treinta escalones hay un discreto cartel con el nombre de la formación liderada por Yair Lapid (Tel Aviv, 1963). “No tenemos tiempo ni de celebraciones, estamos desbordados y tenemos a los candidatos desplegados por todo el país”, Tomer Cohen tiene dos teléfonos en la mano y atiende a dos llamadas al mismo tiempo. La chica que se encarga de abrir la puerta le mira con cara de pena. Una foto del televisivo Lapid preside una pequeña sala de reuniones de una oficina “alquilada para la ocasión y que seguro que desaparece pronto”, asegura un vecino al que no le ha sorprendido el éxito del periodista porque “después de tanto tiempo en prensa y televisión es como si fuera de casa, todos le conocemos, pero el partido es él, nada más”.
Apenas le separa una hora en coche de Jerusalén, pero Tel Aviv es otro mundo, “una burbuja laica dentro de Israel y de todo Oriente Medio”, asegura Shanie Baroz, empresaria de 34 años que votó por Lapid porque “creo en su palabra y luchará por la igualdad entre todos, ya vale de tener que pagar nosotros para el bienestar de religiosos y colonos que se llevan todas las subvenciones que pagamos con nuestros impuestos”. El rostro del hombre del momento en Israel es tan conocido que no ha necesitado poner carteles en las calles. Los autobuses de la ciudad lucen aun los anuncios de campaña de Likud-Beitenu, coalición liderada por Netanyahu a la que han dado la espalda en Tel Aviv y que finalmente se ha quedado con 31 escaños, 11 menos que en la última legislatura. Los analistas aseguran que la participación de un 66,6 por ciento de los votantes ha jugado en contra de los intereses del primer ministro que aspira a repetir cargo y para ello ofrece “la formación de un gobierno amplio”. Necesita reunir al menos 61 escaños.
Hijo del periodista ‘Tommy’ Lapid, fallecido en 2008, al cumplir los cincuenta años Yair, que en hebreo significa antorcha, está siguiendo los pasos de su padre y tras una exitosa carrera como periodista de prensa y televisión y como escritor, tiene once libros, ha dado el salto a la política. Hace diez años su padre obtuvo quince escaños al frente de Shinui (Cambio), que duró dos legislaturas, y él ha logrado diecinueve parlamentarios, cuatro más que el histórico partido laborista que se ha quedado en quince. La líder laborista y también periodista, Shelly Yachimovich, le ofreció a Lapid la posibilidad de liderar “un proyecto de centro izquierda como primer ministro”, pero el ‘telavivi’ (como se llama en hebreo a los habitantes de la ciudad) lo rechazó por lo que los juegos de alianzas siguen abiertos para la formación del nuevo gobierno.
Partido virtual
“Nadie esperaba su éxito, aunque en todas las elecciones pasa algo similar. En las anteriores ocurrió con el Kadima de Tzipi Livni que obtuvo 28 diputados y ahora está rozando el dos por ciento necesario para tener un diputado. Es lo que denominamos un partido virtual, con éxito electoral, pero sin raíces ni programa”, opina el profesor de Historia Política y Social de la universidad de Tel Aviv, Efraim Davidi. La falta de programa es también lo que destaca el escritor y columnista de Almonitor.com Akiva Eldar para quien “el éxito de Lapid muestra una vez más que cuando hay un incendio los israelíes se preocupan de salvar un álbum de sellos antes de atacar el fuego”, una metáfora para explicar que “el verdadero problema es la ocupación” y no el principal argumento que ha aupado al éxito a Lapid que ha sido el fin de privilegios para el medio millón de religiosos que viven de las subvenciones del estado. Una situación que preocupa especialmente a los ciudadanos de una ciudad laica como Tel Aviv donde preocupa la progresiva llegada de ultra ortodoxos en los últimos años.
Sobre el conflicto palestino lo único que se ha desprendido durante la campaña es que el líder de ‘Hay Futuro’ es partidario de volver al proceso de paz, pero no ha dado propuestas para desbloquear la situación actual porque “no es inteligente dar pistas antes de negociar”, y rechaza la posible división de Jerusalén. Otra pista sobre su forma de pensar sobre el conflicto la dio al celebrar uno de sus actos de campaña en el asentamiento de Ariel.
“Le he votado porque estoy harto de que los religiosos vivan a costa de nosotros”, apunta David Nekar, jubilado de 69 años que pasea por la playa de Tel Aviv al atardecer, “Lapid tiene que cumplir su palabra y obligarles a hacer el servicio militar, no me quiero morir sin verles en el Ejército como el resto de israelíes”.
Artículo publicado en los periódicos de Vocento el 24-01-2013