RAMALA. Las pruebas tomadas de los restos de Yaser Arafat ya han salido de Ramala y en un plazo de tres meses los expertos llegados de Rusia, Suiza y Francia esperan tener listo el informe que aclare si el líder palestino falleció a causa de un envenenamiento. La exhumación comenzó pasada la media noche en medio de un secretismo absoluto y el proceso se alargó durante diez horas en las que, pese a la supervisión internacional, “solo un médico palestino tuvo contacto directo con los restos mortales”, aclaró Taufik Tiraui, presidente de la comisión creada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para investigar las razones de la muerte de Arafat en 2004. El mausoleo del ex presidente llevaba días a salvo de la vista de curiosos gracias a unos toldos plásticos azules y el nutrido grupo de periodistas presente tuvo que conformarse con seguir los acontecimientos desde la lejanía.

“Todo apunta a que Israel está detrás de su muerte. Como médico tuve la oportunidad de verle y presentaba todos los síntomas de un caso de envenenamiento”, confesaba Mustafá Barghouti, líder de Iniciativa Nacional Palestina, fuerza alternativa a Hamás y Fatah, camino del mausoleo en el que al mediodía se procedió a enterrar de nuevo el cuerpo de Arafat en una ceremonia a puerta cerrada. La teoría del envenenamiento orquestado por Israel es la más extendida a este lado del muro y, a falta de los resultados de la exhumación, Tiraui adelantó que podría ser el primer caso que los palestinos lleven a la Corte Penal Internacional (CPI) tras su reconocimiento como Estado observador por parte de la Asamblea General de la ONU en la votación prevista para mañana, algo que dan como seguro los miembros de la ANP. “Tenemos indicios de que fue asesinado y también declaraciones de líderes israelíes que hablaban abiertamente de deshacerse de Arafat, pero necesitamos pruebas para recurrir a la CPI”, señaló Tiraui.

Los dirigentes palestinos miran al pasado para intentar esclarecer una muerte rodeada de incógnitas. Arafat comenzó a sentirse mal a mediados de octubre de 2004 y en apenas dos semanas su estado empeoró tanto que lo tuvieron que evacuar a un hospital de París. El 3 de noviembre entró en coma y el 11 falleció por una “hemorragia masiva debido a una infección desconocida”, según publicó un año más tarde el diario ‘The New York Times’ tras lograr acceso a los partes médicos. Su viuda, Suha, no pidió que se le realizara la autopsia y el cuerpo viajó hasta Ramala donde se celebró un entierro multitudinario. Ocho años después, tras una investigación llevada a cabo por un equipo de expertos suizos para un reportaje de ‘Al Jazeera’, Suha cambió de parecer y pidió la exhumación tras conocer que esta investigación concluía que había “cantidades anormales” de restos  de polonio -210 en la ropa y efectos personales de su marido analizados. Esta sustancia radioactiva es la misma que causó la muerte en 2006 al disidente ruso Alexander Litvinenko en Londres. Suha Arafat siguió la exhumación desde su casa en Malta y declaró al diario local ‘Times of Malta’ que esta investigación “aclarará la verdad sobre su muerte. Debo esta respuesta al pueblo palestino, a las nuevas generaciones y a nuestra hija”.

División en las calles

“Es el padre de este nido de corruptos de la ANP y no le echamos de menos. Es un símbolo de la causa palestina, de acuerdo, pero forma parte del pasado y bastante tenemos con sobrevivir como para ocuparnos de los antojos de su viuda”, confiesa Moutaz, nombre ficticio porque no se atreve a realizar estas declaraciones por miedo a represalias, propietario de un comercio en la calle Irsal, donde un retrato enorme de ‘Abu Ammar’ (nombre de guerra de Arafat), preside una de las paredes laterales de una galería comercial con motivo del octavo aniversario de su muerte. Los ciudadanos de a pie no tienen dudas y Mahmoud Naser, de 54 años, afirma estar seguro de que “Israel ordenó su envenenamiento para castigarle por haber mostrado Palestina al mundo como un Estado. Buscaba que tuviéramos todos los derechos de cualquier país del mundo y eso no lo podían permitir los judíos”.

La periodista local Rafa Musmar, de 33 años, recuerda que “su muerte fue un shock, lo que no entiendo es la razón de esta larga espera para esclarecer las causas. Quiero saber la verdad”. Rafa lleva flores a la tumba cada 24 de agosto, fecha del nacimiento de un Arafat que en este 2012 hubiera cumplido 83 años, y no puede olvidar “el peso de un líder fuerte, el mejor que hemos tenido”.

La exhumación de Arafat recibió el apoyo de Hamás y el primer ministro fundamentalista, Ismael Haniya, declaró que “se trata de una causa nacional porque era un icono de nuestra revolución”. Un gesto más de la aparente aproximación que se está produciendo entre Fatah y Hamás, las dos principales facciones palestinas que controlan Cisjordania y Gaza respectivamente, tras la ofensiva israelí contra la franja. Un gesto que se suma al reciente apoyo de la fuerza islamista a la votación de mañana en la ONU en la que Palestina se podría convertir en Estado observador.