JERUSALEM. Dos semanas después del estallido de violencia en torno a la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén, Jordania y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) anunciaron la creación de un comité de crisis para evaluar lo ocurrido, aprender las lecciones necesarias y hacer frente a los retos a los que nos enfrentamos en la mezquita”, según anunció el ministro de Exteriores palestino Reyad Al Maliki. Este fue el resultado inmediato de la sorpresiva visita del rey Abdala II a Ramala para entrevistarse con el presidente Mahmoud Abás, un viaje que realizó en helicóptero y en el que el soberano hachemí expresó también su “apoyo” a los palestinos e instó a Estados Unidos a intensificar sus esfuerzos en favor del proceso de paz bloqueado desde 2014.
Los encuentros de estos dos mandatarios árabes son frecuentes, pero normalmente se producen en Amán y este fue el primer viaje del monarca desde diciembre de 2012 a los territorios ocupados por Israel. Jordania ostenta la responsabilidad de custodiar los lugares santos de Jerusalén y su mediación fue clave para calmar los ánimos en las calles de la ciudad santa tras las protestas del mes pasado. La tensión provocada en la zona por esa crisis se acentuó pocos días después por un incidente mortal ocurrido en el recinto de la embajada israelí en Amán, cuando un agente de seguridad mató a dos jordanos. El rey Abdala criticó la bienvenida de Netanyahu a este agente y pidió un “juicio para determinar lo ocurrido”.
La lucha contra los detectores
El 14 de julio tres hombres armados mataron a tiros a dos efectivos de la Policía de Fronteras a las puertas de la Explanada de las Mezquitas e Israel ordenó el cierre temporal del lugar sagrado. Dos días después se procedió a la reapertura tras la colocación de detectores de metales en los accesos, pero los responsables religiosos palestinos se negaron a aceptar los arcos de seguridad y llamaron a los fieles a rezar en las calles aledañas. Esto dio lugar a varios días de choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad y empujó a Abás a suspender la coordinación de seguridad que mantiene con Israel. La situación solo se calmó cuando el Gobierno de Benyamin Netanyahu accedió a retirar los detectores, una decisión a la que algunos medios palestinos se refieren desde entonces como “la victoria de Al Aqsa”.
Lo que los musulmanes conocen como Explanada de las Mezquitas, desde donde Mahoma subió a los cielos por lo que lo consideran su tercer lugar sagrado por detrás de Meca y Medina, es el Monte del Templo para los judíos, el lugar más sagrado en su religión y donde creen que se levantará el Tercer Templo. Desde la victoria de Israel en la guerra de 1967 la Ciudad Vieja pasó de manos jordanas a estar bajo control israelí, pero este lugar santo se rige por un acuerdo por el que Jordania gestiona la Explanada a través de una institución llamada Waqf.
El statu quo respetado hasta ahora marca que solo los musulmanes pueden rezar en la zona superior de este lugar y que los judíos lo harán en uno de sus muros, conocido como Muro de las Lamentaciones, único resto en pie del Templo destruido en el año 70 DC. El rey Abdala reiteró en Ramala “el compromiso jordano de seguir protegiendo los lugares sagrados en cooperación con la comunidad internacional», según un comunicado difundido por el palacio real.